"LA VICTORIA ESTRATÉGICA"

viernes, 4 de mayo de 2012


"LA VICTORIA ESTRATÉGICA"  
(5-3-12-8:25AM)
por Esteban Fernández, Jr.
A la autobiografía del dinosaurio llamado Fidel Castro titulada "LA VICTORIA ESTRATÉGICA" yo quiero agregarle una coletilla - de esas que él inventó- a nombre de mis hermanos de lucha:  
Los cubanos decentes deseamos añadir que se trata de un tipejo amargado que jamás ha soltado una solitaria  carcajada;  a lo más que llega es a una macabra sonrisa. Nadie lo ha observado llorando, ni cuando murió su madre. Ni un sollozo, ni unos ojos humedecidos. Nunca lo hemos visto dar muestras de agradecimiento. Ni baila, ni canta, odia la música, no le ha demostrado amor a nadie.  A su esposa Dalia, después de haberla tenido escondida por cerca de 50 años,  no  le  ha brindado  públicamente ni  una sola palabra  ni un gesto de cariño. 
Cero abrazos, y ni un simple beso a ninguno de sus hijos. Cuando era un jovencito,  Fidelito tuvo un grave accidente en su motocicleta. Nos acordamos como si fuera ayer: Castro hablaba por la televisión, le dieron la noticia, y siguió descargando por largo rato como si nada estuviera sucediendo.  
Las mujeres que han tenido relaciones íntimas con él coinciden en que no se quitaba el uniforme ni las botas a la hora de tener sexo.  No ha respetado nunca a las esposas de sus compinches. Todo el mundo sabe que traicionó a su supuesto amigo el Capitán Núñez Jiménez teniendo una larga relación con su mujer, Lupe Véliz.  En otra ocasión, tras la despedida de duelo de un oficial castrista, mandó a dos de sus escoltas a llevarle la viuda a un hotel. Y hay cientos de anécdotas al respecto.
No sabe escuchar y mucho menos aceptar una discrepancia, ni inclusive de Raúl. No tiene convicciones religiosas, ni políticas, ni humanas. Simplemente cree en lo que le conviene en determinado momento. Es egocéntrico, narcisista, totalitario, egoísta, y nunca nadie lo ha visto sufrir ni expresar dolor ante la muerte de un ser humano.
No puede, ni sabe disfrutar de momentos de alegría. Sus hijos lo tienen que llamar “Comandante”.  A su única hija jamás la ha aceptadocomo tal.
Depresivo, cruel, grandilocuente, engreído, genocida, mentiroso, alardoso y exige ser el centro de la atención. Paranoico en extremo, con un terror gigantesco a morirse de alguna enfermedad o a que lo maten. Desconoce los sentimientos de amistad y compasión. Nadie puede nombrar a un solo cubano que haya  sido su íntimo amigo. 
Parte de su engaño inicial fue fingir que era un hombre extremadamente accesible. Pero antes que su régimen tuviera dos años en el poder, todo el mundo pudo notar que era un encumbrado.  Hasta llegar a creerse situado tres peldaños por encima de Dios y  obligar al pueblo a aceptar esa premisa. 
Antiguamente, todos los que lo conocían aseguraban que no practicaba la higiene personal y lo calificaban de cochino.  Gracias a eso se ganó el apodo de “Bola de Churre”. Pavor sentía por Rolando Masferrer y por Eufemio Fernández.  Huber Matos se burlaba de él por su terror a la aviación batistiana cuando estaba alzado en la Sierra Maestra. Desde luego, como es el rey de los rencorosos, los vengativos y los traicioneros, castigó severamente a estos tres hombres.  Se asustó terriblemente cuando el español, Juan  Pablo de Lojendio,  se le encaró ante las cámaras de televisión defendiendo el honor de su país.    
Y cuando uno estudia este expediente, y esta personalidad tan perversa y engreída, con un ego mas alto que el Pico Turquino,  no queda más remedio que coincidir con Miriam Gómez, la viuda de Guillermo Cabrera Infante, cuando dice que es mejor que no se muera por ahora sino,  que sufra viéndose cuatro escalones debajo de Matusalén.  
Y ya que últimamente también se dedica a hacer incoherentes REFLEXIONES  nos gustaría decirle: "¡Reflexiona esta coletilla,  HIJO DE LA GRAN P..!".........