LA MILICIA OPORTUNISTA

martes, 22 de mayo de 2012


LA MILICIA OPORTUNISTA 
 (5-20-12-9:15AM)
Por Esteban Fernández, Jr.
El 22 de marzo de 1959 Fidel Castro propuso la creación de las Milicias. En mi opinión, las Milicias Nacionales Revolucionarias cumplían tres objetivos fundamentales: conculcar las libertades ciudadanas, combatir a los enemigos de la revolución y sobre todo opacar, emular y superar a cualquier revolucionario sincero y anticomunista que había combatido a Fulgencio Batista.
Aunque luzca increíble Castro logró (con la excepción de un grupo selecto de complotados con él para implantar una tiranía) borrar del mapa político los merecimientos que consideraban tener los militantes del Movimiento 26 de Julio, del Directorio, de la Triple A, del Segundo Frente del Escambray, de la O.A., de los ortodoxos, de los auténticos y de todo grupo que había combatido al derrocado gobierno pasado. Y a todos los tiró en una bolsa de basura llamada las Organizaciones Revolucionarias Integradas. O lo que es lo mismo las O.R.I.
El motivo principal de la creación de las Milicias fue agrupar una enorme y descomunal masa de ventajistas que sirviera para hacer valedera la frase maquiavélica del recién estrenado tirano: “No me digas los que hiciste en el pasado por la revolución sino lo que estás dispuesto a hacer hoy”…
La cosa fue muy sencilla: Un hombre había sido Coordinador del Movimiento 26 de Julio en Marianao, pero era una persona decente y honesta, sólo quería que su labor en favor del triunfo revolucionario fuera respetada, y a lo mejor aspiraba a que en unas futuras elecciones pudiera postularse para algo. Si bien simpatizaba con la revolución no estaba en sus planes, ni en su idiosincrasia, ser chivato ni comunista ni torturador. Las Milicias se formaron para “bajar de esa nube” a ese tipo de individuos.
Usted sabe que el 99 por ciento de los nuevos milicianos no habían hecho absolutamente nada por el derrocamiento de Batista y nos burlábamos y nos reíamos de ellos, y se hizo popular la frase “comiendo bola y rompiendo zapatos”…
Ni por las cabezas nos pasó que el objetivo era ese precisamente: agrupar a los arribistas para servir de MURALLA contra los que habían contribuido enormemente a la caída de Batista.
Obviamente los que no habían participado en la lucha, desesperados por ganar galones estuvieron dispuestos a rebajarse muchísimo más que los que habían hecho algo. Y los que se creían que ya tenían “méritos” suficientes no pudieron competir con el desparpajo de los que no poseían una historia combativa pero tenían el respaldo absoluto de la recién instalada dictadura.
El león deja de ser el rey de la selva si usted lo encadena, le pone un tranquilizante y les suelta a su alrededor a cien mil gatos hambrientos. Sin dudas que los gatos se comen al león. De la misma manera los que fueron verdaderos opositores al gobierno de Batista se vieron relegados por millares de gatos igualados. Con la venia, desde luego, del tirano.
Al ser destruidas todas las instituciones cubanas, al ser reducidas a cenizas todas las fuerzas vivas del país, al ser prácticamente neutralizado el poder de la Iglesia Católica ¿qué quedaba en pie allí?: los que se creían que habían triunfado, los que consideraban que habían cooperado a tumbar a Batista, los que suponían tener méritos antibatistianos. Y había que captarlos o hacerlos polvo. 
Y…¿cómo eliminarlos y bajarles los humos? La respuesta de Fidel Castro a eso fue levantar UN MURO DE CONCRETO formado por millares de mequetrefes y descarados, dispuestos a ponerse una camisita azul de mezclilla, un pantalón verde olivo, una boina negra, agarrar una metralleta, a marchar por las calles y gritar “paredón”. 
Gracias a las Milicias los que se consideraban tener “méritos revolucionarios” pero no eran lacayos ni apapipios del régimen fueron cortados de cuajo. 
Cumplieron ese cometido y después pasaron a ser criados, chivatos, carne de cañón en el Escambray y en Girón, cortadores de caña, y hoy en día no pueden ni bañarse en una playa exclusiva de los turistas. 
Desde luego, como colofón tengo que reconocer que hubo algunos que  de buena fe se incorporaron, otros sucumbieron a las presiones en sus centros de trabajo, muchos hoy están en el exilio y un miliciano llamado Sixto Batista Santana llegó a ser general de cuerpo del ejército de la tiranía.