ENTRE SOMBRAS Y SUSURROS

jueves, 24 de mayo de 2012


ENTRE SOMBRAS Y SUSURROS
(5-23-12-5:00PM)
Por Andrés Pascual
Hay mucha gente a la que no les gusta escuchar frases como “los americanos llevan más de 50 años traicionándonos”, no dándonos vaselina, eso es durante la campaña presidencial y, cuando algunos quieren “congraciarse” más, entonces van al Versalles y se meten una colada a las 5 de la tarde sin haber comido nada durante el día.
A mi tampoco me gusta escuchar eso, pero lo que está en juego es el apoyo, la ayuda que necesitamos para desmontar un régimen criminal que, da la casualidad que me ha ocasionado muchos problemas en lo personal, desde persecusión, hambre y prisión política allá, hasta tener que emigrar, por bien documentadas razones ante la Oficina de Intereses, con petición fiscal y sanción firme por delante.
En el medio: fallecieron mi madre, mi hemano menor, una prima, un tío y otros familiares que no pude ver, porque, desde hace más de 20 años, no he ido allá ni iré mientras esos hijos de putas estén en el poder.
Por esas razones y por otras, me importa un comino lo que piense cualquiera por lo que digo que involucre a los Americanos en cuanto a dónde deberían estar siempre: a nuestro lado. Entonces voy a hablar de nuestros supuestos aliados, los republicanos, porque los demócratas son total y absolutamente pro-castrocomunistas.
Recuerdo que en Cuba, desde la década del 60, seguíamos al pie de la letra la posición americana republicana (Kennedy nos había resultado un trago más amargo que el del bolero de Marquetti), del lado que ellos estuvieran o que, por lo menos, creyéramos que estaban, ahí nos situábamos nosotros: Nixon, Kissinger… nos pertenecían y depositábamos en ellos toda la confianza y la esperanza que albergábamos; entonces, lo que dijeran era ley por aproximación, más que aliada políticamente, familiar, en igual medida que rechazábamos a los rusos y a los castrocomunistas como enemigos a muerte, incluso a familiares directos “integrados”.
Pero Nixon (foto) creó una ley para beneficio exclusivo del sátrapa, “Pragmatismo Político Realista”, que establecía que el gobierno americano no intervendría en ningún país en que se impusiera o tratara de imponerse una ideología diferente a la de Estados Unidos, hecha para ratificar compromisos de no agresión contra la dictadura de Castro y lo demuestra que, en 1973, entró en acción un plan preparado con la Inteligencia y el apoyo del gobierno americano para deponer a Allende… Bien hecho, lo malo fue que el peligro real por expansion guerrillera continuaba en La Habana y un pueblo que ya tenía 14 años de represión y hambre volvía a ser dejado al garete otra vez, aunque diferente, parecido a 1961 en la intención: si aquel año Kennedy no envió aviones a Playa Girón, Nixon le retiró los motores en tierra 8 después.
En 1975, una Reunion de Cancilleres en Méjico le puso la tapa al pomo, allí se entrevistaron Carlos Rafael Rodríguez y el propio Henry Kissinger; a fin de cuentas, fueron “pasos muy positivos de acercamiento a través del diálogo”.
Pero, en 1984, según me contó un ex viceministro creo, que estaba preso en esa época y cuya mujer todavía trabajaba en el Ministerio de Comercio Exterior y le dio “la bola”, cuyo nombre es Enrique Martínez Carrillo, Ronald Reagan le envió al tirano 4 emisarios (dos congresistas y dos militares), con la encomienda de proponerle el cambio total de armamento si abandonaba la aventura en África, claro que lo otro que debía abandonar era al bloque soviético y se aseguraba “paz y vida eterna a su tiranía bajo la sombrilla del Gran Comunicador”. El plan de acercamiento, buena voluntad y restablecimiento de la confianza mutua entre ambos países, falló porque el presidente no creyó que la salida al aire de Radio Martí pudiera irritar a Castro, al extremo de que diera por concluida “la efímera atmósfera de camaraderia recién surgida”, según me contó Enrique en La Cabaña, luego de 4 días nadando y comiendo en Cayo Coco, los americanos consideraron un “exito” la conversación, porque el tipo no dijo que sí ni que no, se quedó pensando y dejó la posible respuesta en “hold”.
Acabo de ver a un “estratega politico republicano” quedarse sin aliento cuando un “colega demócrata”, que no aceptó la acusación contra el Califa por la visa que le dieron a la protectora de los gays comunistas en el feudo, le replicó que “ha entrado 3 veces aquí legalmente, la última en el 2001”. Tremenda carta en la manga, pero, si es malo para alguien, es para mi y para los que, como yo, no nos resignamos a perder a Cuba. La respuesta de la contraparte republicana, simplona y para salir del bache “malo ayer y malo hoy”… ¡por favor!
Bajo ningún concepto le puedo aceptar a nadie que me imponga nada, porque no pudieron los comunistas, así que la cosa es como yo la veo, única verdad posible: en 54 años de infausta tragedia, de la que el pueblo cubano fue y es responsable un 90 % al principio con mucho menos peso en generaciones que no pusieron a la tiranía, aunque no hacen todo lo que deben esos herederos por mover el país hacia la rebelión obligatoria, hace rato que llegué al convencimiento de que los americanos comenzaron a traicionarnos desde el momento en que se supo que Castro era comunista; es decir, desde siempre. La noticia de que Mariela Castro fue autorizada a entrar aquí por George W Bush no me sorprendió, sino que reafirmó mi convencimiento.
Yo, por lo menos, no creo en nadie y tengo bajo escrutinio a todo el mundo, que bastante he perdido, como muchos, en este jueguito de mesa entre descarados, embusteros y traidores.