SANTOS, PAGANOS, BEATOS Y COBARDES

lunes, 16 de abril de 2012

SANTOS, PAGANOS, BEATOS Y COBARDES

Por Jesús de Urteaga ( De su libro "El valor divino de lo humano")

El santo de este mundo es la plena realización de nuestra verdadera naturaleza. Esos hombres que huyeron de Dios hace siglos han venido a caer en la áspera frialdad del paganismo. Hoy apenas quedan herejes. Los que se apartan del Dios verdadero vienen a ser esclavos de la más yerta de las sequedades del alma. Son paganos. Desde todos los horizontes vuelven hoy sus ojos, sin luz, en busca de la felicidad que siempre ambicionaron. A tientas andan tratando de encontrar Camino, Verdad y Vida. Les hemos gritado de mil formas distintas que miren a nuestro Cristo. Le han mirado y no han vista nada. Les hemos gritado de nuevo que Cristo vive, el mismo que fue y será siempre, y la indiferencia de ellos apagó la fuerza de nuestros argumentos. He comprendido la frialdad de estas almas cuando sentí en mi interior aquel reto que reflejaban los ojos de los paganos: «¡Demostradnos con vuestras vidas que Cristo vive !» Sí, es verdad, es cierto. No son suficientes las apologéticas y los tratados teológicos tan secos y cuadriculados algunos. «¡ Demostradnos con vuestras vidas que Cristo vive !»Se desgarra el corazón cuando en la actualidad, buscando vidas humanas entre nuestros cristianos, vidas que puedan presentarse a esos hombres sin fe, para que les sirvan de guía y ejemplo, no las encontramos. Es para llorar el espectáculo mediocre y ruinoso que ofrecemos al mundo después de veinte siglos de actividad. La tierra está llena de cristianos, y sin embargo, el poderío está en manos de los muertos. De Sagrarios está el mundo lleno, y no sobran vidas, no hay vidas... vidas que arrastren, que fortalezcan los pobres deseos de las gentes que iluminen las entumecidas inteligencias de los tuberculosos del espíritu, que vivifiquen los egoístas corazones de los materialistas calculadores, vidas apasionadas, vidas generosas, vidas llenas de fuego: nos faltan vidas... vidas. Doloridos con la vulgaridad de nuestro mundo cristiano avergonzados de buscar y no encontrar antorchas que alumbren las cavernas de su paganismo, abatidos por la mentira de nuestro esfuerzo actual, hemos buscado en el pasado lo que no hallábamos en el presente. Y les hemos presentado, llenas de color, las vidas de nuestros santos.¿Qué es, ser santo? nos han preguntado con ojos de risa. Mirando al cielo hemos podido calmar nuestros nervios rotos. Apretando los puños hemos acabado por sonreír, violentándonos. ¡Se burlan de nuestros santos!

El santo es para esas almas deformadas un fantasma que quedó petrificado -en una postura casi siempre incomoda- en una hornacina, rodeada de viejecitas de piel arrugada.

“¿Los santos? Siguen preguntándose los paganos. Unos pobres desgraciados que se propusieron con energía llevar a cabo el lema “ora etlabora” y se quedaron a mitad del camino, con sus oraciones, plegarias y rosarios, olvidando el trabajo corriente de todos los hombres.

«¿Los santos?” Pobrecitos enfermos que habiendo sido despreciados por la vida, se agarraron como tabla de salvación a reflexionar sobre la Muerte. Habían perdido la salud y ejercitaron sus virtudes menospreciando a los fuertes. Encapuchados que nunca vieron la luz del sol, que como estantiguas pasaron por las montañas de siglos atrás asustando a los hombres pacíficos. (Así hablan los paganos).

“¿ Los santos?” Y han vuelto a mirarnos con ojos de risa.Y, verdaderamente, sobre las montañas discurre la caravana de nuestros santos. Pero no son fantasmas; son hombres que conocieron el tiempo de todas las edades; algunos llevan el paso lento de la vejez; otros hay que van dando saltos con su juventud. Encapuchados y gentes con la cabeza descubierta. Trajeados a la antigua, unos; con vestimenta moderna otros. A caballo, las sandalias rotas, guerreros de todos los tiempos; capas realesy cadenas de esclavos; todos a través de las montañas. Una bella caravana, ¿No la veis? Pero... para nuestros santos, los paganos tienen el desprecio y el odio.

Para muchos paganos modernos, son un motivo más de poesía y de recuerdo; admiran su entusiasmo, su sensibilidad, su amor a la naturaleza y miran con despecho a su Dios. Pero... el santo. ¿Qué es el santo para nuestros fieles? Para esos hombres afiliados a la doctrina de Cristo por el bautismo, ¿qué es el santo? Y volvemos a avergonzarnos con lo que vemos y oímos. El santo, a esas gentes les inspira compasión: unos hombres que vivieron de rodillas en épocas pasadas. Los santos fueron hombres que por la penitencia llegaron a ser lo que son: validos de Dios. Este concepto de validos es el que ha quedado entre las gentes. Y acudirán al santo para pedirle favores, besuquearán sus pies de pasta, admirarán su cara relamida y poco artística, depositarán monedas como prenda de su amor. Se les pide novio, se les pide novia, se les reclaman las cosas perdidas, y hay días señalados en los que el conseguirlo resulta menos difícil.

¡Ese es el santo; así son nuestros santos! ¿En eso han quedado los ejemplos que para nuestra vida selló la Santa Iglesia de Cristo: fetiches sobre peanas de escayola con vetas pintadas para que parezcan de mármol? No es el concepto de todos, pero sí el de muchos. ¿Y podremos después quejarnos de lo que estimen los paganos cuando vean a la comunidad de los cristianos seguir esos derroteros falsos?¡Nuestros santos confundidos con fetiches de yeso!