LA IGLESIA CATÓLICA, EL RÉGIMEN CUBANO Y EL PRESIDENTE AMERICANO

miércoles, 15 de febrero de 2012


LA IGLESIA CATÓLICA, EL RÉGIMEN CUBANO Y EL PRESIDENTE AMERICANO
 (2-14-12-5:05PM)
Por Diego Trinidad, Ph. D.
La Iglesia Católica se encuentra involucrada en dos nuevas controversias a principios de este año.  La primera es con el régimen cubano, no solo por la anunciada visita del Papa a Cuba en marzo, sino mucho peor, por los reportes en la prensa italiana de que el Papa le ofrecerá la comunión a Fidel Castro durante esa visita.  La visita papal en si ya es controversial.  ¿De que sirvió la visita de Juan Pablo II a Cuba  en 1999?  ¿De que sirvieron las célebres palabras “no tengan miedo?  De nada, de absolutamente nada.  Solo sirvieron para manchar los últimos tiempos de la carrera de quien quizás fuera el más grande de los Papas.  A Cuba y a los cubanos de la isla no los benefició mucho—ni les quitó mucho el miedo. Tampoco ahora beneficiará a los cubanos de la isla en nada.  La actuación de la Iglesia Católica en Cuba desde 1961 no puede ser descrita sino como bochornosa.  Aceptado que el deber de la Iglesia es el conforte espiritual de sus feligreses.  Aceptado inclusive que algún bien haya resultado de las gestiones del Cardenal Ortega en los últimos años, sobre todo en la liberación de algunos presos políticos.  ¿Pero a cambio a de qué?  De comprometer el honor de la Iglesia y de COLABORAR con un régimen totalitario.  Sí, de colaborar.  Por eso, fusilaron y colgaron a cientos de franceses después de la Segunda Guerra Mundial.  Lo que el Cardenal Ortega ha hecho en su gestión en Cuba desde que fue nombrado Cardenal es comparable a lo que el primer ministro de la Francia “libre” de Vichy, Pierre Laval hiciera en su gobierno controlado por los Nazis. Laval fue ejecutado por colaborador. Ortega es alabado por muchos hoy por ser tan colaborador.  Así es la vida.
Pero la Iglesia no siempre actuó tan pusilánimemente ante regímenes totalitarios, ni siquiera en Cuba al principio de la revolución. Valientes sacerdotes y obispos se enfrentaron a la incipiente dictadura comunista, como Eduardo Boza Masvidal y Enrique Pérez Serantes (foto de la izquierda) (quien ayudó a salvar la vida de Fidel Castro después del ataque al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, pero luego lo combatió). Ambos y muchos otros se enfrentaron al gobierno revolucionario, como lo hicieron antes con la dictadura de Fulgencio Batista (algunos fueron torturados bárbaramente bajo Batista, como Ramón O’Farrill).  La gran oposición de la Iglesia al régimen castrista culminó en noviembre de 1959 cuando un Congreso Católico reunió a quizás un millón de cubanos en la Plaza Cívica (sí, así se llamaba antes de que el nombre fuera cambiado a Plaza de la Revolución).  Poco después, el régimen expulsó a cientos de sacerdotes y monjas y la Iglesia Católica de Cuba se sometió por casi medio siglo, sin muchas excepciones.  Por supuesto, la actitud del Papa Pío XII ante los Nazis y los comunistas es muy conocida, a pesar de algunos libros difamadores que acusan a Pío XII de simpatías por los Nazis.  Pero el Papa Pío XII ayudó a salvar a miles de judíos de las cámaras de gas y después de la Segunda Guerra Mundial, fue el principal opositor a todos los regímenes comunistas del mundo.  Cardenales como Mindszenty en Hungría, Wyszenski en Polonia, Stepinac en Yogoeslavia (todos torturados y encarcelados ) y Spellman en New York representaron a la Iglesia en su firme y combativa posición ante el comunismo internacional. Pero el débil e ingenuo Papa Juan XXIII diluyó mucho la oposición de la Iglesia al comunismo internacional y su pusilánime actitud afectó a la Iglesia cubana.  Ni siquiera el gran Papa Juan Pablo II, quien contribuyó enormemente a la caída del comunismo colaborando abierta y secretamente con el Presidente Ronald Reagan y la Primer Ministro Margaret Thatcher, se opuso al castrismo en Cuba.  Una vez más, a los cubanos nos tocó perder ante la historia. 
Supuestamente después de la expulsión masiva de obispos, sacerdotes y monjas en septiembre de 1961, Fidel Castro fue excomulgado por el Papa Juan XIII.  Pero parece que no hay evidencia tal.  Según algunos reportajes recientes de la prensa italiana, no hubo ninguna excomunión de Castro per se, sino que de acuerdo con la doctrina de la Iglesia y la Ley Canónica, cometer actos de violencia contra obispos católicos por sí mismos, latae sententiae, excomulgan a quien los comete.  De manera que Castro debe considerarse excomulgado.  Pero ese no es el punto; no importa si fue excomulgado o no, lo que importa es que ahora se  considere darle la comunión por el Vaticano. Algunos sitios de Internet italianos hasta citan el día y la hora en que la comunión le será ofrecida a Castro por el Papa Benedicto XVI, el 27 de marzo a las 5pm cuando se reúnan los líderes en el Palacio de la Revolución (supongo será el antiguo Palacio Presidencial). Y aquí viene otra vez uno de los graves problemas con las doctrinas cristianas.  Un buen amigo quien es también un gran católico me contó esta anécdota recientemente respecto al tema.  Una vez en su presencia, otro católico creyente le preguntó al Obispo Agustín Román si era pecado desearle a Fidel Castro una condena eterna en el infierno.  El buen obispo, a quien nadie puede acusar de simpatías por Castro y su régimen, contestó después de una pausa que la eternidad era demasiado larga.  Por implicación, ni siquiera Fidel Castro se merece pasar la eternidad en el infierno.  Sobre todo si se arrepiente de sus pecados y barbaries y pide su reincorporación a la Iglesia, como de acuerdo con su propia hija Alina Fernández (según la prensa italiana) lo ha hecho. Cabe preguntar ¿entonces quien se merece ir al infierno?  ¿Estarán en el infierno Hitler, Lenin, Stalin, Mao y Pol Pot?  Esos probablemente nunca se arrepintieron y ni siquiera creían en Dios.  ¿Pero, y si lo hicieron antes de morir?  Entonces tienen que ser perdonados de acuerdo a la doctrina cristiana y estarán en el cielo en presencia y compañía de Dios.  Nada ni nadie puede hacer nada al respecto.  Es por eso y por otras doctrinas que considero inmorales y profundamente anti humanas que me es imposible aceptar el cristianismo y sus doctrinas de amar a nuestros peores semejantes y tornar la otra mejilla a quien nos abusa, y el perdón a los grandes criminales de la historia simplemente porque se arrepienten y piden perdón antes de morir. 
La Iglesia Católica aquí en Estados Unidos, sin embargo, ha tomado una posición sorprendentemente firme y digna ante otra barbarie de otro régimen dictatorial, esta vez el del  presidente del país.  Resulta que hace como dos semanas, el régimen americano anunció la imposición a las instituciones religiosas, pero principalmente a hospitales y clínicas católicas, de dispensar píldoras anti-conceptivas y peor, pastillas que  inducen el aborto al día siguiente, a todas las mujeres que busquen atención médica en esas instituciones.  Esto es parte de la inconstitucional y dictatorial Ley de Salud aprobada por el Congreso en el 2010, después de innumerables amenazas, coacciones, y la abierta compra de votos congresionales antes de su aprobación.  Es la Ley que la entonces Presidente de la Cámara de Represententes Nancy Pelosi declaró que había que aprobar antes de leerla—y la que nadie leyó.  ¡Sorpresa, sorpresa!  Este es solo uno de los tantos mandatos que esa Ley contiene y los que se conocerán más y más según se acerque la fecha de implementación de la mayor parte de la Ley en el 2014. Muchos de los principales obispos americanos, incluyendo el Cardenal designado de New York Timothy Dolan y el Cardenal Donald Wuerl de Washington, han denunciado la imposición de dispensar medicamentos anticonceptivos y anti aborto a instituciones católicas.  Otros obispos, como el de Phoenix y el de Cincinnati han declarado que se negarán a implementar esa parte de la Ley de Salud.  El Arzobispo Timothy Broglio, director de los Servicios Católicos de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos declaró antes cientos de soldados que esa injusta aplicación de la Ley de Salud era “un golpe a todos ustedes que han peleado por defender la libertad del país”.  La oposición ha sido unida y feroz, algo que nunca los “genios” que dirigen la campaña de reelección del presidente anticiparon.  En las últimas encuestas de Rasmussen, el 46% de los católicos se opone a la medida (contra el 43% que la favorece), a pesar que hasta un 98% de las mujeres católicas han aprobado las pastillas anticonceptivas en el pasado.  El furor ha sido tal que el presidente se vió obligado a “aclarar” que las instituciones no tendrán que pagar por los medicamentos anticonceptivos/antiabortos. Pero las compañías de seguros que cubren a esas mismas instituciones si tendrán que pagar por ellas.  Por supuesto, como las compañías de seguro no son organizaciones caritativas, cobrarán mas primas por dispensar esas medicinas.  Y todos los contribuyentes pagaremos un más alto precio por esta insidiosa Ley que nos ha sido dictatorialmente impuesta (hasta que la Corte Suprema la declare inconstitucional en el verano).  De todas maneras, este intento de cuadrar el círculo por parte del inepto presidente el viernes pasado no fue satisfactoria para nadie y hoy mismo el Consejo de Obispos Católicos renovó su oposición a la medida. 
Los católicos votaron a favor del presidente en el 2008 54% contra 46%.  De manera que un pequeño cambio, solamente un 4% digamos, es necesario para que el voto católico se divida a la mitad, y esto puede costarle suficientes votos al presidente para causar su derrota en noviembre.  No importa.  Esta decisión fue tomada por ideología.  Pero también fue una grave falta de cálculo.  Los “genios” que dirigen la campaña decidieron que el voto de las mujeres era más importante que el voto católico.  No es verdad.  La mayoría de las mujeres casadas y mayores de 30 años, votaron y votarán contra la reelección del presidente.  Además, estos mismos “genios” están desesperadamente tratando de tergiversar y desinformar al público, como acostumbran a hacer, queriendo convencerlos que esta medida es a favor de otorgarle a todas las mujeres que lo quieran, el derecho al aborto.  Pero esto ya existe.  Toda mujer que quiera usar píldoras anticonceptivas puede adquirirlas gratis en diversas organizaciones como Planned Parenthood, principal dispensador de abortos en el país (más de 300,000 al año, cobrando un promedio de $500 por cada uno).  No, ese no es el problema.  El problema es el abuso de la autoridad para imponer tal medida tan solo porque el gobierno puede hacerlo, gracias a la inconstitucional Ley de Salud del 2008.  Es peor todavía.  La medida es una clara violación de la Primera Enmienda de la Constitución que en parte dice “El Congreso no aprobará ninguna ley respecto al establecimiento de la religión, o prohibiendo el libre ejercicio de la mísma . . .”.  Si esto no es una limitación a la libertad religiosa ¿qué es?  Si la Iglesia Católica es forzada por un gobierno dictatorial a violar una importante parte de su credo ¿cuál será la próxima violación de nuestros derechos?  Esto no se resolverá con mentiras y desinformación.  La presión de la campaña electoral lo garantiza. Todos los candidatos republicanos exigen la derogación del mandato de la Ley de Salud.  Diez Fiscales Generales estatales han presentado una demanda ante Cortes Federales competentes para bloquear la aplicación de esta última abusiva medida.  Y la Iglesia Católica felizmente está unida contra el abuso, apoyada por la enorme mayoría de las Iglesias Protestantes y las Judías.  Hasta algunos clérigos islámicos se han pronunciado en contra de la abusiva medida.  Veremos en que para esto, pero seguramente seguirá hasta que la administración sea obligada a retroceder. 
Para lo que esto sirva, el sábado pasado le pregunté a la Congresista Ileana Ros, mi congresista y buena amiga, que haría la Cámara al respecto.  Me contestó rotundamente que la Cámara obligará al presidente a cancelar este abuso.  El Senador Marco Rubio (foto) también ha anunciado que presentará una Ley cancelando esta medida y muchos otros líderes republicanos se han pronunciado igualmente, incluyendo el líder de la minoría del Senado Mitch McConnell.  Pero que quede muy claro: esta oposición a la dictadura del presidente no tiene mucho que ver con la política.  Tiene, en cambio, todo que ver con la defensa de nuestras libertades individuales.  Y recuerden, una vez más, en la unión está la fuerza.  Y si los que defendemos la libertad, no importa cual sea nuestra afiliación política, nos mantenemos firmes, lograremos derrotar esta última—pero desgraciadamente no la última—violación de nuestros derechos.  Sí SE PUEDE.