“YO NACÍ EN RAWALPINDI”

miércoles, 11 de enero de 2012


“YO NACÍ EN RAWALPINDI” 
(12-20-11-9:05AM)
(Foto de calcomanía de Nuevo Acción)
por Esteban Fernández Jr. 
Antiguamente el destierro era completamente diferente. Veíamos un carro con una calcomanía de un gusanito con una banderita  cubana en el cristal trasero y ya corríamos a saludar al chofer. Sin conocerlo ya nos sentíamos amigos del anticastrista. Ahora hay que averiguar un poco antes de abrazar al exiliado que quizás sea mas enemigo nuestro que del  régimen opresor. 
Cuando decimos “la tiranía que ha esclavizado al pueblo de Cuba” algunos saltan a responder y dicen  que “ellos nunca se sintieron esclavos cuando vivían allá”... Si decimos que “allá hay hambre y miseria”,  nos desmienten manifestando que “ellos resolvían perfectamente bien”. Se quedan sorprendidos cuando alguien trata de convencerlos de que “las visitas a Cuba son las que están apuntalando a la dictadura”...    
Dudan - a veces no creen - que cuando nosotros vivíamos allá hubo momentos en que había  50 mil presos políticos, y que en la Sierra del Escambray fueron exterminados cientos- quizás miles- de alzados. Antiguamente, ser cubano en el exterior era sinónimo de ser  “hermanos de lucha e ideales”.  Ahora,  algunos nuevos desterrados nos consideran unos “viejos dinosaurios, recalcitrantes e intransigentes”... 
Y... ¿dije desterrados? ¡Por favor! El otro día yo estaba en la farmacia y un hombre cómo de unos 40 y pico de años reconoció mi acento y me preguntó: “Señor, ¿usted es cubano?” Cuando notó que estaba titubeando al responderle, me disparó una trova de 10 minutos para darme  detalles de sus dos visitas a nuestro país en los cuatro años que lleva aquí.  
Y ya yo no pierdo mucho mí tiempo con esa gente. Por lo tanto, ya no pude  escuchar mas sandeces y le dije: “No, yo nací en Rawalpindi, Pakistán, pero me crié en Hialeah rodeado de compatriotas tuyos y se me pegó un poco el acento de ustedes”. Le viré la espalda y me fui sin comprar lo que iba buscando.  
Y siempre encuentro la gran contradicción entre muchos de ellos: se vuelven locos por ir allá de visita alegando que extrañan hasta a un primo cuarto que vive en La Habana Vieja, pero cuando les hablamos de quedarse a vivir en Cuba tras la caída del castro-comunismo nos responden: “¡Qué va,  yo mas nunca regreso definitivamente a la isla, aquello no tiene arreglo, y además,  yo pasé muy malos ratos allá”. 
Invariablemente se dan gusto tirándonos  un cubo de agua fría por la cabeza diciéndonos: “¿Cuba libre? Eso no se cae en mil años”... Y para quitármelos de encima respondo: “Oh, y si ustedes siguen llevándole divisas al régimen,  aquello dura ¡dos mil años!”... 
Mis herederas,  que siempre han estado muy orgullosas diciéndoles a los demás cubanos que son mis hijas,  ya se han dado cuenta de esto. Y precisamente ayer mismo- y eso fue lo que provocó este escrito- me decía una de ellas: “Hoy conocí a un matrimonio cubano en Walmart”.  Y yo inocentemente le pregunté: ¿Les dijiste que yo soy tu papá?”...  
Me contestó: “No, papi, ya yo no hago eso, ahora  los dejo que hablen y si me dicen la basura de que ‘en Cuba la educación y los servicios médicos son magníficos’ ni te menciono ni les sigo la corriente.   Pero si son patriotas,  les digo con el mismo orgullo de siempre: ¡Mi papá es Estebita el que escribe en el 20 de Mayo,  en Nuevo Acción, en Libre y en Baracutey”...    
Eso me hizo sentir triste...¡Qué pena que ya nos han quitado aquella alegría y emoción al reconocer otros nativos de nuestra nación! Ahora nos preocupa que corramos el riesgo de estar estrechándole las manos a un infiltrado o a uno que dio paredón en La Cabaña y las tiene manchadas de sangre.