RESPUESTA DE ALPHA 66 A UN MALAGRADECIDO
martes, 4 de octubre de 2011
RESPUESTA DE ALPHA 66 A UN MALAGRADECIDO
(10-2-11-5:00PM)
Por-
Ernesto Díaz Rodríguez-
Secretario General de Alpha 66
En el mundo, de
la misma forma que hay personas que llevan en su frente la estrella del decoro y
la dignidad, hay otras que llevan sal y lodo, y viven atrapados en un charco de
mediocridad, embriagados por su propia pestilencia. Representan, aunque
físicamente hayan saltado hacia el lado del muro donde se respira libertad, el
ideal de odio y de maldad que inspiraba en sus acciones al aventurero Che
Guevara. En esencia son el “Hombre Nuevo”, sin rostro y sin pantalones, que
crearon en los laboratorios de los Castro para que sirvieran de esclavos,
dentro y fuera de Cuba, a su macabra Revolución. Y hoy, precisamente, a uno de
esos hombres nuevos quiero dedicar estas líneas, en respuesta a su infortunado
artículo, que con fecha 29-09-2011 apareció publicado en
CARTA DE CUBA bajo el título Alpha 66: indagación del choteo. Me refiero
a Miguel Fernández-Díaz.
No es difícil,
distinguido señor Fernández-Díaz, descubrir la vileza y la carencia de
principios éticos y morales con que usted se desnuda en el mencionado artículo,
para danzar en grotesco espectáculo de servilismo a quienes durante más de 52
años han venido asesinando a lo mejor de la juventud cubana y sumiendo a nuestra
infeliz población en la más espantosa de las miserias. Se me antoja pensar que
mucho más allá de su vocación de escritor su talento pudiera haber servido de
inspiración para una nueva versión, ridiculizada por su irreal fantasía, del
“valet” de Alicia Alonso.
Con un total
desconocimiento de la historia, en la elaboración de juicios fundamentados en la
propaganda castrista, usted enjuicia de una forma burlesca a la organización que
más ha luchado por reconquistar la libertad de su pueblo.
Sepa que Alpha 66 representa la dignidad que a
usted le fue arrebatada por la tiranía castrista y que aún no ha podido recobrar
porque no ha tenido el coraje de levantarse sobre sus propias
ruinas. No es reptando ni hincado de rodillas la mejor forma de lograrlo. Es
cerrando el puño con firmeza, decidido a exigir los derechos que como seres
humanos nos corresponden, no mendigando magras simpatías de quienes continuarán
despreciándolo porque no se conforman con sus malabarismos en la cuerda floja.
Los que un día
desembarcaron en las costas de Cuba para enfrentar su pecho a las balas de la
tiranía en admirable gesto de heroísmo y con su sangre regaron la semilla de la
libertad, merecen admiración, respeto y gratitud. Le invito a ponerse usted del
lado de la razón, que es ponerse de pie junto a los anhelos de su pueblo; del
lado de los que luchamos con valor, de los héroes que han muerto con honor ante
el paredón gritando “¡Viva Cuba Libre! ¡Viva cristo Rey!” y de los que han dado
su vida, enfrentando al enemigo en combates desiguales, dejando atrás
comodidades y el entrañable calor de su familia. Le invito, sí, aunque no lo
merezca, a una sabia reflexión, situándose al lado de los hombres de decoro y no
de los cobardes y de los que, directa o indirectamente, en inútil servilismo y
triste detrimento de su propia dignidad prestan flacos servicios a la más
prolongada y horrenda dictadura que ha padecido en toda su historia América
Latina.
Nuestro gran
José Martí dijo en una ocasión: “Cuando
hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de
muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que
le roban a los pueblos sus libertades, que es robarles a los hombres su decoro.
En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad
humana. Esos hombres son sagrados”. En Alpha 66 está el ideario
del Apóstol de nuestra independencia, y sus enseñanzas son el faro que nos guía,
la estrella que nos ilumina. Por eso a pesar de las adversidades somos
vencedores. Vencedores en la razón, en la fe y en el espíritu. Y continuaremos
la lucha sin claudicaciones, en la búsqueda irrenunciable de la felicidad y
anhelos de paz y de libertad del pueblo de Cuba, sin importarnos el sacrificio
ni las agonías padecidas durante 50 años, ni los viles enjuiciamientos de los
malagradecidos.
Ernesto Díaz Rodríguez
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