RIPOSTA
JOSÉ A. ÁLVAREZ BRAVO A REYNALDOXXX
(8-8-11-4:30PM)
A
Reynaldo XXX, camagüeyanoenmiami
De José Alberto Álvarez Bravo, cubanoenlahabana
Joel Lázaro
Carbonell me trae una carta mal impresa, escrita por uno de esos compatriotas
residentes en el exilio, y que viven alertas para no dejar pasar la mas mínima
oportunidad de salirle al paso, con la crítica mordaz en ristre, a quienes
decidimos quedarnos para hacer desde adentro lo que podamos por la causa de la
libertad de Cuba.
No me causa
ninguna satisfacción tener que redactar estas amargas líneas, pero la mala leche
de Reynaldo me obliga, y no voy a escurrir el bulto.
Una de las
primeras cosas que parecen quedar claras al leer la breve nota de Reynaldo,
quien un día –no se cómo lo logró- hizo uso de su derecho a ponerse a prudente
distancia de las garras de la policía política castrista, es que él no conoce
nada sobre las Veladas Ciudadanas, ignorancia que no le impide juzgar y criticar.
Es posible que camagüeyanoenmiami haya sido un león tusao frente al aparato
represivo de la mafia castrista, y que con mucha suerte lograra escapar al
paredón de fusilamiento, pero como no sé nada de su vida, ni es mi norma
dedicarme a esos menesteres, no voy a juzgar ni evaluar sus acciones ni
omisiones.
Quizás lo
primero que debieran hacer algunos cubanosenmiami sería conocer lo mejor posible
lo que sucede en las entrañas del monstruo castrofascista, y cuando quede
probado que alguien ha incurrido en corrupción, oportunismo, traición o mala fe,
entonces desenmascararlo para que no siga dañando la santa causa de la libertad
de nuestra patria. Mientras tanto, adelantar un juicio acusatorio puede
granjearle el aplauso del enemigo. Por consiguiente, quienes aprontan su veneno
contra lo que no conocen, son los que realmente “dicen viva Fidel pero luego
agachan el cuello por detrás”. Con esta manera de actuar, -vamos a no creer que
con mala fe- estos “patriotas” a larga distancia hacen causa común con los
asesinos Castro Ruz. Tengamos presente que el régimen ha infiltrado muchos de
sus incondicionales en el exilio, como también es cierto que lo ha hecho dentro
de nuestro pobre país.
Agradezco el
consejo de que lea la página de Nuevo Acción, algo que hago cada vez que puedo –tenga
presente que solo dispongo de hora y media semanal de acceso a internet- pues
entre otras razones siento por su director un especial cariño y admiración, pero
le advierto que no me preocupa en lo mas mínimo “lo que piensa el exilio”, pues
al exilio ni a nadie pedimos un centavo y no estamos dispuestos a cumplir
órdenes de nadie. Me interesa sobre todo lo que piensan quienes comparten
conmigo el asedio, las detenciones, los maltratos y las humillaciones por
ejercer nuestro derecho a los espacios públicos, causa a la que Juan Wilfredo
Soto entregó su vida. También nos consta que en el exilio hay hermanos que
sienten mucho respeto por lo que hacemos por acá.
Lo que a este
señor le suena a personalismo es quizás una de las iniciativas menos
personalistas que se haya acometido en Cuba, pues durante su concepción se tuvo
en cuenta la opinión de muchas personas, entre las que se cuentan Manuel Cuesta
Morua, Reynaldo Escobar, Sara Marta Fonseca y Oscar Elías Biscet. No se hizo
bajo el criterio de una sola persona. ¿Dónde está el personalismo, cuando nadie
se ha erigido en Presidente u otro cargo rimbombante?
Hay un párrafo
que a este buen señor le da risa. No veo cómo un cubano digno pueda tener la
risa a flor de labios, mientras todavía impera en la patria un regimen que ha
fusilado a miles de compatriotas, que ha mantenido en prisiones inmundas,
sometidos a condiciones horrendas, a cientos de miles por el único crimen de no
querer ser esclavos de las hienas de Birán, que asesinó a los niños del
remolcador 13 de Marzo y a los bravos pilotos de Hermanos al Rescate, que azuza
a las turbas de sus incondicionales a golpear a quienes nos oponemos sin esperar
órdenes ni aplausos del exilio ni de nadie.
Reynaldo debiera
explicarme por qué le debo explicaciones a él o a alguien, pues no soy
subordinado de nadie, llámese Castro o llámese camagueyanoenmiami. Uno de los
principios básicos que promovemos en las Veladas Ciudadanas es precisamente el
respeto absoluto a la libertad individual, única base verdadera de la libertad
colectiva, según nuestro humilde criterio.
No me sobra el
tiempo ni el interés en responder a estas distantes sandeces, pero para reducir
en lo posible su ignorancia, le diré algunas cosas para que las tenga en cuenta
cuando vaya a hacerle un nuevo favor al castrismo; sobre todo cuando redacta su
venenosa frase “no me extraña que los dejaran hacer”.
El 2 de mayo de
2011, tres días antes de que golpearan a Juan Wilfredo Soto por no querer
abandonar el parque Leoncio Vidal, en Santa Clara, cinco cubanos nos sentamos en
G y Calzada, en lo que sería un primer intento de iniciar las Veladas Ciudadanas.
El día 9, fecha en que fue enterrado el mártir, nos reunimos 11 personas en G y
9, siendo filmados por los represores de la dictadura; el día 10, después de
terminar nuestra reunión, fui secuestrado y conducido a un apartado rincón de
Miramar, donde fui objeto de injurias y amenazas hasta de muerte, ocasión en que
el Teniente Coronel Fernando Tamayo Gómez, del tenebroso Departamento 21, me
robó mi cámara y mi celular. El 11 de mayo, a pesar de que según Reynaldo “nos
dejan hacer”, nueve personas fuimos arrestadas, mujeres incluidas, y hasta
golpes hubo. Del 12 al 18 la casa de mi mujer estuvo asediada por la policía
política, y eso lo saben muchas personas dentro y fuera de Cuba, y no
precisamente porque yo lo haya informado; el 19 fui arrestado desde las 8 de la
mañana, y frente a mi domicilio hubo mas de una decena de arrestos, otra curiosa
manera de “dejarnos hacer”. El 22 de mayo mi mujer y yo fuimos arrestados al
salir a la calle, para impedirnos asistir a Santa Rita, donde ella cumple su
deber junto a las Damas de Blanco. El 14 de junio nos reunimos frente a la Liga
Contra la Ceguera, bajo la observación de un nutrido dispositivo de la policía
política, pero no hubo ningún incidente. En cambio, el martes 21 fui arrestado
al bajar de mi domicilio, y frente a la Liga hubo arrestos y violencia contra
los reunidos, en otra rara demostración de permisividad con nosotros; permanecí
hasta el día siguiente en un calabozo, mientras Reynaldo dormía plácidamente en
su cama miamense. El 5 de julio me arrestaron al salir de la SINA, y volví a
pasar 24 horas en un calabozo, sin comer ni tomar agua, mientras Reynaldo
devoraba un buen bistec y tomaba cerveza, o al menos podía hacerlo. El 12 de
julio los esbirros allanaron nuestro domicilio, mi mujer resultó arrestada y
golpeada, mientras Reynaldo estaba muy tranquilo en Miami; nos robaron todos
nuestros medios de trabajo, libros, papeles de todo tipo, con el deliberado
propósito de hacernos el mayor daño posible; permanecí tres días en una celda,
mientras Reynaldo no paraba de mover la mandíbula. El día 14 mis hermanos de
lucha protestaron frente a la unidad de Acosta por mi encierro; hombres y
mujeres fueron arrestados y golpeados, mientras muchos reynaldosdemiami se
abstenían de levantar el más mínimo rumor de protesta por el atropello.
Mi mujer está
muy disgustada con Reynaldo, pues recibió un piñazo en un ojo que le provocó una
lesión en la cornea, mientras este señor, propenso a hablar de lo que no sabe,
dice que a nosotros “nos dejan hacer”. Si se para delante de Leydi Coca quizás
le costaría un pescozón, pues su niña de nueve años también fue golpeada por
estas fieras con forma humana.
Como todo
termina, no gastaré más tiempo respondiendo a las insidiosas palabras de este
camagüeyano ausente, negación del espíritu irreductible del Mayor.
Solo una cosa
más: admito que quizás una de las principales carencias de las Veladas
Ciudadanas sea la presencia de hombres con la probada valentía y patriotismo de
estos Reynaldos, a quienes exhortamos a venir a ponerse al frente de la lucha
por la libertad de nuestro pueblo. Y un pequeño consejo: antes de disparar sus
dardos contra nosotros, háganlo contra los Castro, aunque se que esto es
bastante mas peligroso.
Razón tenía el
seguroso que usa el nombre de Octavio, cuando me dijo que nuestros peores
enemigos no serían ellos, sino gente de nuestro mismo bando. Pobre Cuba.
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