
A 78 AÑOS DE LA MUERTE DE TREJO
sábado, 27 de agosto de 2011
DE LOS ARCHIVOS DE NUEVO
ACCIÓN
(8-26-11-9:50AM)
LA
HISTORIA EN LA MEMORIA
A 78 AÑOS
DE LA MUERTE DE TREJO
De
cuando los cubanos anteponian el bien común y la lucha por la libertad de la
patria, antes de que sus intereses personales y no decían "yo soy deportista" o
"yo soy artista y no me interesa la política". De cuando se asumían las
responsabilidades para con la patria. De cuando los tiranos le temían a la ira
de un pueblo macho; y de cuando los asesinos pagaban por sus crímenes.

Rafael Trejo
González había nacido en San Antonio de los Baños, (municipio de la provincia de
La Habana en la actualidad) el 9 de septiembre de 1910. Veinte años y unos días
después integraría la vanguardia del pueblo en acción: 30 de septiembre de 1930.
Termina de
vestirse. Se coloca su sombrero de pajilla en la cabeza que tiene varios
brochazos de pintura muy brillante desde su participación en la huelga de los
sombrereros. Se acerca a la pared, le arranca la hoja del día al calendario, y
la sitúa en el sombrero. “Te voy a poner aquí porque tú, 30 de septiembre, vas a
entrar en la historia de Cuba”.
En la víspera,
los organizadores de la tángana habían acordado que si Machado ocupaba
militarmente la Universidad, se reunirían en el Parque Eloy Alfaro para salir en
manifestación y llegar a casa del digno profesor Enrique José Varona. Se hará de
esa manera.
El comandante
Ainciart, asesino de marca mayor, ordena detener a Pepelín Leyva y a Trejo: sabe
que están entre los dirigentes de la acción. Los guardias intentan prender a los
dos jóvenes que se les escapan. Corren hasta una casa de la calle Infanta;
entran en ella, suben a la azotea, desde allí lanzan piedras, palos, tejas a sus
perseguidores. No los pueden prender. A los quince minutos, descienden al
llamado de Díaz Baldoquín y otros compañeros. En el citado parque. La caminata
combativa empieza. Trejo y Pepelín, en la primera fila. El corneta Oliva,
veterano del Ejército Libertador que trajo Alpízar, pregunta qué toca. Pepelín
le dice: “A degüello...” Obedece.
Los jóvenes
avanzan y surge el choque con la esbirrada. Un grupo porta la bandera cubana. Es
agujereada a tiros. Pepelín y el as de boxeo Rodolfo de Armas hacen daño con sus
puños. Pablo de la Torriente Brau, después de noquear a varios enemigos, cae
con la cabeza ensangrentada de un toletazo. El profesor Juan Marinello es
apresado al tratar de auxiliarlo. El comunista Isidro Figueroa recibe un balazo
en la pierna.
Trejo se
enfrenta en un cuerpo a cuerpo con un policía. Díaz Baldoquín acude en su apoyo.
El guardia saca el revólver. El disparo. Antonio Díaz Baldoquín, desde el suelo,
observa la escena: el abrazo de odio del que formaba parte antes de ser lanzado
por el polizonte quien tiene, ahora, el arma en la mano derecha. Teme que...Respira
algo más tranquilo cuando ve que Felo se dirige hacia un zaguán. “Fue al aire.
De todas formas hay que llevarlo al hospital, el tipo se dio gusto dándole con
el palo”.Aprovecha la estampida del caballo para escapar del jinete quien lo
amenazaba machete en mano:. Al lado del amigo.
“¡Me han herido!”,
exclama Rafael. “No, viejo, son los toletazos”. Trejo se saca la camisa, le
enseña la herida. “Ves que no miento”. Su interlocutor sí lo hace mientras trata
de ocultar la palidez que lo ataca. “Es un roce sin importancia, no te preocupes”.
Y sabe que es muy grave...”
En el auto del
doctor Busquet conducen al lesionado hacia el Hospital de Emergencias. Camilla.
Médicos. Carreras. Shock. Transfusión de sangre. Laparotomía exploratoria.
Ciertas esperanzas. Fantasías por amor. Treinta horas más tarde, Trejo cae en
coma y muere. La autopsia revela que además del plomo mortal en el pulmón, los
golpes propinados habían dejado huellas terribles en el cráneo y en el hígado.
No podía salvarse.
Nombre del criminal:
Félix Robaina Crespo.
Trejo, fue atleta, nadador, remero de la Universidad de La Habana y ajedrecista,
y hablaba un perfecto inglés, tocaba violín y piano y cantaba con voz de
barítono.
"Otro
trago" (se aplicó la justicia):
Antes de
obedecer, pasa el paño por el mostrador. Luego, busca la botella de ron. El que
le pidió la repetición del trago, dice con voz seca:
- Félix Robaina...
- ¿Qué...?
- Tú eres el
asesino de Trejo. Aquí tienes recuerdos de él.
La pistola,
desde la mano, ruge varias veces. El tipejo cae sobre las botellas que se
derrumban y rompen: el alcohol se confunde con la sangre.
NOTA DEL DIRECTOR DE N.A.:-Tuve el
privilegio de conocer a Antonio Díaz Baldoquín en la redacción del Semanario
"20 de Mayo" de los Ángeles, California, y de departir con él largamente. Los
anteriores relatos se ajustan muchísimo a la verdad, según nos contara el
propio Díaz Baldoquín. (Publicado en la edición del martes 30 de septiembre del
2008)
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