Quizás algunos no reconozcan su nombre, porque hay lectores que no le dan la
importancia requerida de respetar a los creadores de cualquier cosa, de ahí de
que se pasen y traspasen muchos de sus escritos anónimamente, pero si les pongo
por ejemplo ese que dice: (*) «¿Abuelito qué cosa es Cuba?»... ¡ahhh!, a la
mayoría les vendrá a la mente como un rayo lo que disfrutó leyendo tan
formidable artículo, y ese otro de la «La Piscina», o «El Radio Cubano», o el
más reciente de «Cubanía», y cientos o miles más, porque son muchos años que
semana tras semana lleva Esteban Fernández regalándonos La Nota Breve, primero a
través de las páginas del «20 de Mayo» de California, y ahora en su edición
digital.
Estebita, como le dicen cariñosamente, es como el acuarelista del cubano
exiliado que en cada pincelada retrata a los proscritos que lejos de la tierra
que nos vio nacer no la olvidamos; el que con su Nota Breve nos alimenta el amor
patrio y las ansias de ver libre la nación oprimida, inyectándonos dosis de
memoria histórica a la misma vez que nos brinda el toque de humor que no puede
faltar a un cubano típico.
Es como una combinación de Castor Vispo el autor de «La Tremenda Corte» (con el
inmortal personaje Tres Patines) y el ingenioso Eladio Secades que en la Cuba
republicana escribía las chispeantes Estampas Cubanas, aunque en la época de los
respetables Vispo y Secades escribir era un trabajo del que se podía vivir,
quizás modestamente pero ellos llegaron a dedicarse a su oficio, en cambio en el
exilio cubano escribir es un «hobby» muy difícil de realizar que requiere
esfuerzo y sacrificio si tenemos que cumplir con todas las obligaciones del
diario vivir y sobre todo, buscar el pan de cada día en otros menesteres ajenos
a un teclado o una pluma.
Penosamente ocurre mucho por la Internet y entre los cubanos, también me han
enviado en más de una ocasión el emotivo poema del genial poeta Luis Mario
titulado «Cuando yo vuelva a Cuba» (el que empieza diciendo «Soy de esa extraña
estirpe de cubanos que no tenían tierras, ni dinero, ni edificios...») lo mismo
la estupenda crónica del Profesor Luis Aguilar León «El profeta y los cubanos»,
a ésta la he visto no sólo sin el nombre del autor, también mutilado y plagiado
descaradamente y pienso que los que se dedican a copiar lo que hace otro para
adueñárselo no saben el papel tan grotesco que hacen frente a los propios autore
o sus propios lectores que lo pueden reconocer. Y lo que es peor, en varias
ocasiones me he encontrado o me han enviado mis artículos firmados por otras
personas, muy común -no sé por qué- en dueños de páginas cibernéticas que no han
roto con el régimen. Se creerán que porque a mi no me publican en la prensa
manipulada castrista tendrán derecho a usurpar mis escritos o imaginarán que yo
vivo en la isla donde muy pocos tienen acceso a este medio globalizado mucho
menos a reclamaciones sobre derechos de autor.
Todo lo que me encuentro sin firmar o plagiado, si conozco el nombre del autor
lo reenvío para que lo pasen completo, y en el caso particular que aparezca un
escrito mío bajo el nombre de alguien que no se tomó el maravilloso tiempo que
yo invertí en hacerlo, le remito una cartica muy amable pero escueta
notificándole el error cometido y que por ser la primera vez no serán
notificados mis abogados para que procedan legalmente como de costumbre. Tengo
amigos, que conociéndome, cada vez que me envían algo anónimo me aclaran que me
lo remiten conforme lo recibieron lamentando no conocer el nombre del autor y
pensando que yo lo descubra.
sus artículos muchos lo recortaban o lo fotocopiaban y se lo mandaban a otros
cubanos dispersos en la diáspora, como me lo han enviado mis amigas Dignora
Rodríguez cuando vivía en California y posteriormente Fidela Tabares. Hoy
gracias al avance técnico de las computadoras, a la genialidad de Bill Gate que
facilitó el trabajo, los escritos de Esteban Fernández aparecen muy seguidos en
los buzones electrónicos para gloria de la cubanidad.
Podrán existir quizás algunos más famosos, pero ninguno que en forma breve con
objetividad y gracia nata trasmita semanalmente el pensamiento de la mayoría de
nuestro exilio como lo ha hecho por más de tres décadas Esteban
Fernández. Algún día será bien reconocido, y no sólo en su Güines inolvidable le
darán un merecido homenaje, también en Pinar del Río, Matanzas, Las Villas,
Camagüey, Oriente y en mi Villa de Guanabacoa lo honraremos, por su patriotismo
y dedicación y por regalarnos cada semana su sabia e intransigente cubanía.-
VERDADES COMO PUÑOS ESCRITAS POR MARÍA ARGELIA ESTEBAN FERNÁNDEZ: EL ILUSTRADOR DE LA CUBANIDAD EXILIADA
martes, 12 de julio de 2011
VERDADES COMO PUÑOS ESCRITAS POR MARÍA ARGELIA
ESTEBAN
FERNÁNDEZ: EL ILUSTRADOR DE LA CUBANIDAD EXILIADA
(7-10-11-10:00AM)
Por María
Argelia Vizcaino
Sin temor a equivocarme, y
como dirían mis abuelos
«sin
desdorar a los presentes», considero a Esteban Fernández el ilustrador
de la cubanidad exiliada por excelencia, porque con sus artículos
costumbristas ha
reseñado como nadie el diario vivir del cubano en el destierro.
Tengo
la dicha de que Esteban Fernández (en la foto: Estebita junto al avión
presidencial de Roland reagan) me haya dedicado un artículo cuando supo que
había sido abuela por primera vez en agosto de 1997, se titula «La Trompa de
Eustaquio» (publicado en marzo, 1998). Siento hasta un poco de vanidad de que él
me lea desde hace años (más de una década) en La Voz Libre de Los Ángeles, y me
lo haya comentado, pero lo que sí me llena de orgullo es que siendo una
jovencita recién llegada a California pude descubrirlo en las páginas del «20 de
Mayo» y que aún después de tantos años se mantenga en la misma publicación
brindando su estilo inconfundible e inimitable.
Por eso cuando me envían al correo electrónico uno de sus
artículos sin su firma lo puedo identificar rápidamente,
como ese que dice: «Abuelito,
mira ¡Esto es Cuba!»
pero ese ensayo cargado de humor y sentimiento tiene el cuño de Esteban
Fernández. Así que a todo el que me lo mande sin su nombre le hago una nota
adicionándoselo y se lo reenvío al lote de correo que acostumbran a dejar
visible con mi consabido teque de que es una injusticia que si les gusta tanto
el escrito a la hora de copiarlo omitan el nombre de su creador.
No es que yo lo sepa todo, pero siempre trato de
averiguarlo,
por eso haciendo de investigadora privada me he dado cuenta que de cada
diez
escritos anónimos que me pasan, al menos en cinco descubro el nombre del
autor,
y de esos como mínimo dos son de Esteban Fernández, de ahí que me atreva
asegurar que es el escritor costumbrista cubano más leído en el
ciberespacio y
poco reconocido. También es uno de los que levanta ronchas a los
plegados a la
tiranía, como hemos podido comprobar al indagar por sus escritos y
salirme en el www.elhabanero.com, el trabajo titulado «Cuba en el
corazón de un niño»
(oct/2000) firmado por Ana María Rodríguez, que no tuvo dos dedos de
frente para
darse cuenta que el niño que le pregunta al abuelito no es real, que
está en la
imaginación del excelente autor y que tergiversando la historia lo que
hace es
el ridículo ante las personas bien informadas, total para terminar
cantinfleando
por afirmar lo mismo que ha querido decir Esteban Fernández al que por
razones
obvias de la prensa controlada «mientan el milagro El admirado amigo
Estebita
hasta hace muy poco aparecía como un escritor local del condado de Los
Ángeles,
aunque
(*) También se han pasado por internet como anónimos «El
Embullo», «Soy cubano», siendo de la autoría de Esteban Fernández
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