UN PUERCO, EL NUEVO HERALD Y EL EXILIO

jueves, 30 de junio de 2011

UN PUERCO, EL NUEVO HERALD Y EL EXILIO
(6-29-11-5:10PM)
Por Andrés Pascual
Dicen que el Nuevo Herald tiene que abandonar su trinchera filo comunista en la Bahía; que su “shelter” no fue suficientemente resistente a los misiles del juego; que, en su lugar, se levantará uno o varios casinos. Eso dicen ellos mismos…
Los problemas con el exilio de las dos versiones del periódico no son por capricho colectivo del grupo nacional que más ha sufrido en América en los últimos 52 años: ese diario se constituyó en el defensor perfecto del castrocomunismo, en vocero de la izquierda antiamericana incluso; aunque en sus páginas, para dar una imagen de práctica de la libertad de expresión, permitan que algunos comentaristas, como Fernando Echerri o Alberto González, pongan “puntos sobre íes” una vez a la semana; casi todo el resto, empleado o colaborador, de cualquier sección, tiene que saber que ahí, cuando del exilio cubano se trata, cuando de la tiranía castrista se trate, “la suerte está echada”: ciego, mudo y sordo por la dictadura, a rajatablas; de vez en cuando, una pincelada desdibujada y poco clara para “cubrir la forma”.
Hay cosas que, o yo las entiendo de forma equivocada; o no las entiendo, por ejemplo ¿Se mantiene el status de guerra no declarada entre la tiranía y Estados Unidos o se enterró con la caída del muro de Berlín? Si realmente el estado de guerra (que de forma convencional nunca ha existido) ya no existe ¿Por qué la dictadura se mantiene en zafarrancho de combate contra este país? No tengo en cuenta, aunque debe incluirse, que tal situación sea utilizada como desvío de la atención de la gravedad de los problemas socio-políticos, en todo caso, para mantener entretenidos entre el miedo y la actividad a la población para que no canalice su malestar y su sufrimiento por el lado equivocado. De cualquier manera que se vea, el Imperialismo Yanqui siempre es una amenaza para “los logros del socialismo”, ante la que, perpetuamente, “el pueblo combatiente” está condenado a mantenerse “vigilante y preparado”.
En otro orden de cosas, ¿Qué significa exilio? ¿Acaso un sector popular que se fue de su país con la voluntad de trabajar “en el exterior” para mantener a una parte de la familia como contribución a la salvación del desgobierno que la explota, reprime y mata? ¿Desde cuándo un exiliado debe pisotear su moral y su condición como tal viajando al lugar que, supuestamente, lo hizo emigrar para dar la impresión de triunfador mientras habla horrores del lugar que le permitió “el éxito”? ¿Desde cuando un exiliado dejó de ser un luchador contra el represor? ¿Cuál es la diferencia entre alguien que viene de Cuba hoy con la encomienda familiar de “mandar y viajar allá” en periodos de tiempo inferiores al año y medio y otro hispano que pasa la frontera si puede y debe vivir escondido y a merced de Inmigración toda su vida, con el mismo objetivo que el miembro de la comunidad cubana en el exterior? Si los gobiernos de Centroamérica le reclaman a Estados Unidos pactos o negociaciones que le aseguren a sus emigrantes ilegales aquí por lo que representa ese alivio para sus gobiernos, ¿Por qué estos apóstatas, defensores del castrismo, eliminan de sus reclamos ese objetivo, que es la ayuda al régimen, cambiándole el nombre y la intención solo a actitud humanitaria? ¿Cuál es la diferencia entre estos cubanos y los demás ilegales?
¿Por qué cualquiera de estos cubanos es legalizado aquí desde que llega y un hondureño, un nicaragüense, un salvadoreño no? Eso ni les preocupa ni lo toman en cuenta porque no les interesa. Sería bueno que los consulados de países hispanos se unieran y elevaran una queja por la diferencia del trato, basada en la posibilidad que tienen estos cubanos de virar cuando y las veces que quieran sin represalias en Cuba, lo que desprovee moralmente de todo carácter político esa salida; además de sus otras “actividades” por acá como colaterales de interés. A fin de cuentas, la situación económica de estos latinoamericanos es tan o más precaria que la de estos impostores del castrismo.
Cada vez que se presenta un proyecto en la Cámara o en el Senado para regularizar, no suspender, (que se debería, so pena de cárcel y deportación), el relajo de los viajes y las remesas, las protestas son religiosamente obligadas, incluso en La Habana: desde la población de a pie hasta muchos de los novísimos opositores y disidentes se oponen a estas medidas; pero no hicieron lo mismo cada vez que la tiranía convocaba “voluntariamente” a medio mundo a la aventura de guerra ajena en el África, de la que nadie sabía si volvía o en qué condiciones, ¿Dónde estaba el concepto humanitario tan exigido aquí de “tengo a mi familia, madre, esposa, hijo…?
 Si por lo precario del transporte inter-provincial alguien que viva en La Habana puede visitar a la madre en Oriente cada 5 años (a veces son más), ¿Cuál es el problema de esperar 3 años para viajar a un país inseguro, gobernado por una jauría que es todo, comenzando por la ley y que nadie sabe cómo puede reaccionar en un momento cualquiera, capaces de crear una crisis cuando les dé la gana que los deje atrapados y sin salida allá?
Si se quiere mucho a su familia, ¿Por qué se van dejándola en “la boca del león” en vez quedarse a su lado acompañándola? ¿Por qué ninguno conspira contra Castro como medida que solucione el problema de la familia, el suyo propio y el de la patria oprimida?
Además de la protesta contra el exilio por la oposición a las regulaciones; además de buscar rutas alternas si se regularan o de solaparse en santeros o metodistas; además de repletar los locales donde actúan artistas-comisarios políticos de la tiranía ¿Cuál es el empeño en pisotear no solo al exilio, sino a Cuba, al integrarse a la red delictiva contra organismos federales verdaderamente humanitarios, como el Medicaid y el Medicare, dirigida por la tiranía desde La Habana; o contra las agencias de crédito o de seguros? ¿Cómo se ve al miembro de la comunidad que traen de Cuba en cadena y que sitúan en una casa-hidropónico de mariguana con la encomienda de cuidar la siembra por la renta y un par de pesos semanales? ¿Es muy difícil comprobar en el lugar que han puesto a Cuba y a los cubanos estos castrocomunistas, muchos delincuentes, por este tipo de cosas?
¿Cómo ha viajado a Cuba 4 veces el pasado y una este alguien que perdió el trabajo desde hace 2 años?.
Todas estas cosas y otras, que son verdades, las únicas, el “objetivo y neutral periódico de la Bahía” que, según dicen, perdió el lugar privilegiado de su Headquarter, las presenta como un hato de mentiras, de vilezas y de puercadas de ese miembro de “la comunidad”, que mira a Cuba desde una colina en país ajeno como a la tribu de negros que se revuelca en mierda, a lo Carpentier, que se llama Alejandro Armengol (foto).
 Este repudiable y desagradable personajucho siente un odio enfermizo contra el exilio y sus líderes, de envidia, de bajas pasiones. Tal vez creyó, cuando estaba en Camaguey en algún Batallón de las Milicias o en una reunión del PCC, que podría vivir del único grupo frontal de defensa de la identidad, la tradición y libertad de Cuba fuera de la Isla, para el que no tiene un ripio de condiciones; entonces “arrancó pa’ca”…sería 1980.
No, no es del G-2, no es espía, si acaso “cuentapropista” agitador que, posiblemente, ni para la tiranía tiene lo que hay que tener para jugársela en algo. Es un frustrado, un cobarde que, más realista, quizás habló alguna mierda contra Castro allá y el miedo a la “propaganda enemiga” lo hizo “emigrar”, con la mala suerte de que, cuando llegó aquí, descubrió que no era “ni gusano ni contrarrevolucionario” y que el exilio le producía alergia; además, para escribir en el Nuevo Herald, salvo bien definidas posturas verticales (dos ó tres), que mastican y no tragan, lo que vende es lo pro-Castro y contra la libertad de Cuba. Como su “material inflamable” del lunes pasado contra Mario Díaz Balart, en el que considera a la “comunidad militante o apática” como exiliada para, acaso, colocarse él mismo en la categoría.
Al Herald no le deberían cambiar de lugar, deberían ocurrirle cosas peores, malas de verdad.