
Llevaba un buen rato meditando si publicar o no esta triste anécdota, sucedida a un pequeño grupo de cubanos hace solo unos cuantos años y entre los que se encontraba el Dr. Orlando Bosch Avila . Al fin tomé la decisión de publicarla, hoy que los restos del irreductible patriota todavía no han recibido cristiana sepultura.
Omitiré los nombres de los que en aquel momento actuaron como "villanos" en esta historia, ya que sé perfectamente que Orlando, donde quiera que se encuentre, me lo agradecerá. Más no silenciaré el hecho, para que sirva como ejemplo y no se repita algo tan doloroso ¿Qué cual es la razón de ocultar los nombres de los que hicieron tan triste papel? Muy sencillo, evitar mas división entre cubanos, ya que después de aquel penoso hecho, algunos de los personajes de este relato enmendaron su penosa actitud y hoy se encuentran activamente involucrados en la causa de la libertad de Cuba. "Errar es de humanos, pero rectificar es de sabios", dice un viejo refrán. Quizá después de leerla mejoremos todos un poco nuestra calidad humana.
El hecho sucedió en la Ermita de la Caridad, cuando el prominente activista cubano de derechos humanos, Oswaldo Payá Sardiñas, visitó Miami los días 12 y 13 de enero del 2003 y se reunió con líderes religiosos y organizaciones exiliadas, incluidas algunas de las que no simpatizaban con el Proyecto Varela que él había impulsado dentro de Cuba y en el que trataba de provocar un referendo sobre las libertades fundamentales que no estaban al alcance de los cubanos. La reunión fue efectuada en el Salón Varela de dicha instalación religiosa.
En una reunión a puertas cerradas que los participantes calificaron de "discusión larga pero cordial", Payá estuvo reunido durante aproximadamente una hora en la Ermita con ocho dirigentes del exilio que objetaban a aspectos del Proyecto Varela.
Los dos principales puntos contenciosos fueron la falta de amnistía inicial contemplada en el proyecto para los presos políticos convictos por actos de violencia, y la imposibilidad de que los cubanos que no lleven un año de residencia en la isla participen en el referendo planteado por la iniciativa, según el rotativo.
"No acepto a nadie, que después de 44 años de lucha por la libertad de Cuba, me vete", declaró en aquella ocasión el ya desaparecido Juan Pérez Franco, presidente de la Asociación de Veteranos de la Brigada 2506, a la salida del encuentro.
Además de la Brigada, estuvieron presentes representantes de Plantados hasta la Libertad de Cuba, Municipios de Cuba en el Exilio, Junta Patriótica Cubana, Puente de Jóvenes Cubanos, la Central de Trabajadores Cubanos en el Exilio y el Directorio Democrático Cubano.
Cual no sería nuestra sorpresa, cuando vimos llegar a varios carros de la Policía de Miami e inmediatamente varios de sus oficiales, unidos a un diácono de dicha ermita, con cara de oficial de la Gestapo, nos conminaron a desalojar el lugar, ya que según ellos, eran portadores de una denuncia efectuada por algunos de los organizadores que se encontraban en el interior del conclave, quienes nos acusaban de ser "un grupo de agitadores que habíamos llegado a ese lugar a sabotear el evento de Payá". Esos denunciantes nunca dieron la cara, aunque mas tarde todos supimos quienes eran. Al rato, nos enviaron unos "terceros" para venirnos con el cuento "que todo había sido una lamentable confusión" ¿Quién no conocía en esta ciudad al Dr. Orlando Bosch? ¿Quién no conocía en esta ciudad a Reinaldo Aquit, Presidente del Presidio Histórico Cubano?
Después del hecho, algunos de nosotros, con justa indignación, quisimos entrar al recinto y pedirles cuentas a los verdaderos responsables de tan deleznable acción. Solo nos contuvo el inmenso respeto y cariño que sentíamos por "Piro" (así llamábamos sus amigos a Orlando) que nos aconsejó que no diéramos pretexto a los que cobarde y arteramente nos denunciaron, y así también evitarnos un arresto.
He publicado este relato con la esperanza de que aquellos que cometieron ese hecho tan miserable y que hoy han rectificado su ruta, nunca más cometan algo similar contra sus compatriotas. Esta lucha está muchas veces matizada por momentos muy amargos, pero a pesar de ello, jamás debemos dar cabida al desanimo, ni al rencor. En esta vida nunca se termina de aprender y hoy que Orlando nos tomó la delantera en la partida, aprendamos a ser mejores personas, como el lo fue. Ese es el real mensaje de esta simple anécdota.
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