PUNTO Y. APARTE

domingo, 6 de marzo de 2011

PUNTO Y. APARTE
(3-4-11-5:10PM)
Por: El Director
Ni soy pitoniso, ni infalible, ni hablo ex cátedra, pero de lo que sí puede estar seguro quien me lee, es de que soy auténtico y que cuando me equivoco, lo reconozco y que nunca mis equivocaciones han estado dictadas por la mala fe.
Voy a cumplir este mes 74 años, todos dicen que me conservo muy bien y me preguntan cual en mi secreto.
El secreto tal vez, radique en que estoy en paz conmigo mismo y que actúo de acuerdo a los dictados de mi conciencia, para poder dormir satisfecho cada noche de mi vida.
O tal vez en el hecho de que no anido ningún rencor y no sé lo que es el odio.
Claro que no sentir odio no quiere decir que sea un santurrón y que ponga tontamente la otra mejilla, muy por el contrario, soy rápido en la riposta a quien me ataque; y eso puede también ayudarme a acumular juventud, pues no me frustro.
Pero  también soy dado al perdón y al olvido hacia las ofensas y los ofensores, si hay arrepentimiento sincero.
Claro que, mientras no se arrepientan, a los enemigos hay que tratarlos como tales, por eso creo por ejemplo, que a Serpa Maceira, alguien en Cuba, si aún queda vergüenza, le tiene que meter un ladrillazo por la cabeza, para que sepa que no se puede cometer fechorías sin pagar por ellas y recibir su justo castigo.
Hace muchos años, en Italia, le dije a un dirigente del Movimiento Ordine Nuovo (neofascista) que yo ne les respetaría mientras Vittorio Vidale, desecrador del cadáver de Mussolini, siguiera con vida.
Hoy digo, que la verdadera oposición cubana, no merece respeto mientras Carlos Serpa Maceira se pasee inpunemente, sin que al menos reciba un ladrillazo en la nuca,  de algún patriota anónimo.
Y digo un ladrillazo, porque es un arma fácil de adquirir y no se necesita enviarle nada desde exilio para que se castigue al traidor.
Y de esta clase de acción contra los chivatos hay antecedentes, y sino, que se lo pregunten a dos luchadores de los de verdad, cuando aun no se había inventado la disidencia y la lucha pacífica, que estaban bajo mis órdenes en el clandestinaje: Antonio Carvajal y René Albernas, hoy en el exilio, después de haber derrochado coraje en el suelo patrio.
Si ser cojo debe de ser molesto, imagínese el lector como ha de ser de jodido que a un cojo le partan la otra pata y tenga que pasar el resto de su vida en una silla de ruedas.