EL CEMENTO DEL ODIO
(2-4-11-5:20PM)
Por Alberto Gutiérrez Barbero
Desde tiempos inmemoriales hubieron significantes construcciones por amor. Los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, es la más famosa.Y por lo que se sabe el enigmático Castillo de Coral, en el sur de la Florida, es también una obra de amor.
Aunque es posible que en Cuba haya habido alguna que otra edificación u obra de ingeniería con cierta relación al amor, de momento no recuerdo ninguna .Pero sí muchas que destilan odio.
La producción de cemento en La Habana comenzó a finales del siglo XIX, aparentemente mucho antes que en el resto de América Latina. Sin embargo fué en Mariel, en el extremo este de la costa norte de la Provincia de Pinar del Río—hasta que la tiranía castrista descuartizó la división política de Cuba—donde años más tarde la Compañía Cubana de Cemento Portland, subsidiaria de la empresa norteamericana Lone Star, en definitiva estableció '"El Morro", una fábrica de cemento que conocí de pasada al igual que la fábrica de cemento "Titán' inaugurada durante la década de los cincuenta en las afueras de Santiago de Cuba .

Para 1959 estas dos fábricas—junto a otra también construída en Artemisa cuando tampoco nadie imaginaba que ese municipio pinareño un día sería una "provincia socialista"—cubrían el consumo nacional de cemento. No obstante jamás hubo un serio esfuerzo oficial ni una conciencia social para erradicar los barrios repletos de "llega y pon". Tampoco para borrar del campo el bohío donde gran parte del campesinado vivía en condiciones que indicaban un subdesarrollo a diferencia de los modernos y elegantes repartos de La Habana y otras ciudades de Cuba.
Desde que prevaleció la revolución castrista que "todo lo resolvería", el apócrifo mesías comenzó a mencionar las disparidades sociales que había que reivindicar. Y mientras que las ejecuciones, los encarcelamientos continuaban bajo el verde olivo, al son ya popular de "¡La Reforma Agraria vá! " la confiscación /robo de la propiedad rural fué marcando el camino hacia la ruina de la pujante producción agrícola del país.
Cito dos líneas del artículo "Los panes y los peces" escrito por Angel del Cerro, un líder católico laico, y entonces publicado en la revista "Bohemia" con la referencia a una carta—ostensiblemente ficticia—de un campesino a su mujer: "Porque déjame decirte que debes tener fé en Fidel y la revolución.......Muy pronto los campesinos viviremos en casa buenas, no en bohíos que sólo merecen los cerdos". Cincuenta y dos años después de aquella carta y otras fábricas de cemento, los campesinos permanecen en los bohíos que los cerdos nunca ocuparon.
En el Exilio Cubano la añoranza del suelo patrio ha logrado transformar la imagen del bohío con la ayuda de la majestuosa palma real. De hecho entre nosotros existen excelentes acuarelas y óleos reflejando lo que no fué realidad. Quizás solo sea cuestión de no imaginarse a los hacinados en la estructura aborigen. Porque al menos en los muy "costumbristas" solares de ciudades y pueblos había electricidad, agua y servicios sanitarios comunales.
La reforma urbana—otro de sello castrista con la intención de eliminar la propiedad privada convirtiendo al rico en pobre y al pobre en "propietario" paupérrimo—fue también parte de la pretensión lírica adornada por la construcción de algunos edificios de viviendas. Entre ellos los comúnmente conocidos como "las casas de Pastorita" al este de La Habana.
Todavía hoy, sin siquiera considerar los apagones, la presencia de la pipa de agua, la basura en las calles mezclada con las aguas albañales de tuberías rotas, etc. el acceso del pueblo cubano al cemento es muy limitado, como también lo es al resto de los materiales de construcción. Rara es la semana en que no recibo mensajes desde Cuba con información sobre techos apuntalados y goteras, paredes que se derrumban y la presencia de miles de refugiados en albergues por años sin otros lugares mejores donde subsistir.
Es harto conocido que en Cuba durante las últimas cinco décadas se ha dispuesto de enormes cantidades de cemento para construir desde túneles militares e inefectivos muros para la contención de la salinidad, hasta el "elefante blanco" de Juraguá que nunca fué planta termonuclear y "las ocho vías" que pueden facilitar las operaciones de aviones de combate en caso de emergencia. Como si no fuera suficiente también se ha despilfarrado el cemento de manera significante para edificar el Combinado del Este y muchas otras prisiones donde se refleja aún más la vesania, y por supuesto el odio del tirano cubano. El mismo odio que ha causado la enorme decadencia física, moral y económica en el país.
Algunas veces me han dicho "Si ves La Habana no la conoces", pero en verdad de regresar algún día la reconocería.Sin embargo al revisar las fotos de algunos sectores capitalinos pienso en una ciudad recién bombardeada, mientras que la tiranía castrista envía solidarios cargamentos de cemento a Venezuela.
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