QUE SUENE EL ALDABÓ N DE LA VERGÜENZA O RENUNCIEMOS A DECIR QUE SOMOS CUBANOS
jueves, 2 de diciembre de 2010
QUE SUENE EL ALDABÓ N DE LA VERGÜENZA O RENUNCIEMOS A DECIR QUE SOMOS CUBANOS
(12-2-10-5:15PM)
Por Aldo Rosado-Tuero
Han transcurrido 72 horas desde que dimos la voz de alerta y sugerimos iniciar un bloqueo a la Mega y a los anunciantes de dicha estación de televisión, por las gravísimos ofensas inferidas a nuestros mártires caídos en Playa Girón y en las montañas de nuestra patria por combatir con las armas en la mano a la barbarie castrista que terminó destruyendo a Cuba, en el programa “Mega Cine”, que pone películas de propaganda hechas por el castrismo, en la que los esbirros de la tiranía son los buenos y nuestros héroes y mártires los villanos.
Ni la directiva de La Brigada 2506, ni los dirigentes del Presidio Histórico Cubano, ni los ex combatientes del clandestinaje, ni los veteranos de las infiltraciones y los viajes a Cuba, ni los familiares de estos patriotas asesinados, han dicho “ni esta boca es mía” en referencia a este asunto, donde se ha denigrado a nuestros hermanos muertos, que ya no pueden levantar sus voces en defensa de su sagrada memoria.
Volvemos a insistir. Sugerimos que los dirigentes de los mencionados organismos se reunan y nombren una comisión para visitar al CEO de la MEGA, Raúl Alarcón, para pedirle explicaciones y exigirle que al menos dé los nombres de los productores de ese canal que han escogido dichas películas; y después, de acuerdo con la respuesta y la actitud de Alarcón, tomar medidas que demuestren que no nos hemos olvidado de nuestros caídos por Dios y por la Patria.
Dicen que Raúl Alarcón tiene sus narices tan metidas en otras cosas, que ni de la Mega se ocupa y que les ha dejado las decisiones a los gerentes. Es hora de que un aldabonazo le despierte y le haga sacar sus narices de donde las tiene actualmente y las meta en la Mega para que huela por donde le están serruchando el piso y se ponga del lado que supuestamente debe de estar. Es hora de pedirle que se defina.
De una vez por todas demostremos que en Miami no se puede injuriar y ofender sin consecuencias a los que lo dieron todo por salvar las libertades perdidas.
Si ignoran esta grave amenaza, no tienen razón alguna para quejarse porque “los ninguneen” y no le presten atención y porque el exilio histórico sea cada día menos combativo, y sobre todo, porque no se incorpora sangre joven a esta lucha. A nadie le gusta unirse a los perdedores, y francamente, con esta actitud de complacencia, que ignora las ofensas más imperdonables a nuestros hermanos que nos precedieron en el sacrificio, estamos demostrando con el grito de nuestro silencio, que no nos merecemos ser llamados hermanos de esos que han sido ofendidos públicamente con los epítetos más soeces que usa la tiranía para los que no aceptamos el yugo que han puesto sobre la cerviz de nuestro pueblo.
Yo no quiero creer que los intereses creados pesan más que la dignidad y la lealtad a los principios y a la memoria de los que en vida fueron nuestros hermanos y junto a los cuales juramos seguir la lucha hasta obtener el triunfo o perecer en la tarea.
Me resisto a aceptar que muchos que juegan a ser líderes para preservarse por si ocurriese un imponderable, mientras intentan permanecer en el “Hit Parade” de las declaraciones rimbombantes y las manifestaciones sin sustancia, no actúen ahora porque en el fondo aspiran a aparecer aunque solo sea una vez al año ante las cámaras de televisión y no se quieren cerrar esa oportunidad con la MEGA TV.
Yo, eterno quijote y romántico incorregible, que aún cree en las virtudes de los cubanos, seguiré predicando en este desierto de patriotismo en que la comodidad, los años y los desengaños han convertido al vibrante exilio de años atrás, en un conglomerado conformista, al que parece no importarle lo que ocurra a su alrededor. Continuaré confiando en un despertar que salve nuestro honor, nuestra dignidad y limpie la memoria enlodada de nuestros héroes y mártires, que no pueden disfrutar de su eterno descanso mientras no sepamos demostrar que estamos dispuestos a salvar para Cuba, las cosechas que sembraran sus muertes.
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