DOS AMORES
(10-4-10-5:30PM)
Por José Alberto Álvarez Bravo, periodista independiente
(Inusualmente escrito en primera persona, donde hablo demasiado de mí mismo)
Como todo el mundo, me integran varias facetas: hijo, padre, abuelo, hermano, esposo, ente social, disidente al régimen arbitrario e inconsulto imperante en mi país (Cuba) y otras muchas de innecesaria mención. Cada una de estas facetas contiene en sí misma su propia carga de amor, pero dos son mis grandes amores en esta etapa de mi vida, desde la que, -al decir de Plinio Apuleyo- diviso ya “la línea divisoria de los sesenta”: el amor a la superación antropológica integral de la nación cubana, y al sueño de ver a la naciente sociedad civil sentir, pensar y actuar en auténtica unidad.
Mi primer gran amor lo expreso dedicando todas mis exiguas potencialidades al más eficaz desempeño de la Academia Nueva Esperanza, -recién fundada junto al valeroso y capaz Eriberto Liranza (en la foto, Liranza y Álvarez Bravo)- con el propósito de ayudar en lo posible a la superación en varios órdenes a un segmento de la sociedad civil, encargada de contribuir a la refundación de nuestro país una vez concluida la nefasta etapa castrostalinista.
Nuestra modesta academia, desprovista de los más elementales recursos, supera sus limitaciones materiales con el altruismo y la capacidad de entrega desinteresada de sus profesores, quienes en lugar de percibir un merecido salario, sufragan su transportación a expensas de su propio peculio, sin esperar a cambio ni siquiera reconocimiento. Al mencionar la transportación, pido tenerse en cuenta la ubicación de la academia en un reparto periférico, –Párraga- distante para la mayoría de los participantes en ella. Como botón de muestra, el Licenciado Dimas Castellanos, quien nos imparte nociones de la verdadera historia de Cuba, vive en Playa, al otro extremo de La Habana; esto no sería motivo de inquietud si el transporte público no estuviera permanentemente al borde del colapso. Como pequeña concesión a lo anecdótico, el pasado jueves nuestro ilustre profesor necesitó utilizar los servicios de un transportista privado, cuyo precio prohibitivo escapa a los magros recursos recibidos para los inevitables gastos de nuestra labor. Téngase en cuenta la desvinculación laboral de la abrumadora mayoría de la sociedad civil cubana. Al menos en esta etapa inicial, la primera materia impartida es computación básica, a cargo de Eriberto Liranza, cuyo propósito es contribuir a la inserción de nuestros camaradas – y de quienes no lo sean, si así lo solicitaran- en el moderno mundo de la informática.
A continuación, el Licenciado Dimas Castellanos nos descubre un mundo de ignorados acontecimientos sobre la formación cívica de nuestra nación, silenciados por el manipulador y tergiversador Sistema Nacional de Enseñanza para convencernos de que el nacimiento de nuestra nación comenzó el 1 de enero de 1959; antes fue el Caos.
Por último, me corresponde departir sobre al antiquísimo oficio del periodismo, actividad en la que a duras penas manoseo los rudimentos. A este fin me apoyo en el Curso Básico recibido vía e-mail de manos de Nueva Esperanza de Cuba, ONG sin fines de lucro constituida por compatriotas residentes en territorio norteamericano.
No es difícil colegir la razón de ser de nuestro reducido plantel: llevar el pan del saber a quienes voluntariamente se personen en la humilde pero acogedora vivienda de Eriberto y Yaimí.
Sirvan estos párrafos como heraldos de mi primer gran amor.
Ver a nuestra sociedad civil sentir, pensar y actuar en auténtica unidad; mi segundo gran sueño. A éste dedico lo poco que me queda de mis recursos personales.
Ímprobo empeño. Romper lanzas contra el dañino grupalismo, contra la parcelación mental y anímica de la resistencia al totalitarismo castrista, reunir a cuantos tengan la mínima humildad necesaria para trasponer el umbral de nuestra sencilla y asequible Casa del Periodista Independiente para hablar y tratar de convencer de cuánto nos perjudica promocionar los partiditos en puja con otros partiditos, cuando por encima de estas pigmeas barreras fundaríamos el gran partido de la Resistencia Unida para la acción en mancomún, física o de pensamiento. El propio Walesa acaba de señalárnoslo: “donde hay dos cubanos, hay cinco partidos”
¿Qué más podría hacer por mis amores?
Quizás lo que Pu, aquel alfarero chino fabricante de jarrones, a quien el Emperador pidió uno capaz de vibrar ante su voz. De lo poco que recuerdo de aquella lectura infantil, el cuerpo de Pu entre las llamas del horno me ha acompañado toda mi vida.
En la ciudad de La Habana, a 4 de octubre de 2010
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