INFORMAR AL ENEMIGO NOS MATA SOLDADOS

miércoles, 14 de julio de 2010

INFORMAR AL ENEMIGO NOS MATA SOLDADOS
Lecciones de Afganistán
(7-14-10-5:15PM)
Por Luis Conte Agüero
Más de una vez he mencionado la palabra AFGANISTANEO que define en diplomacia popular y periodística la importancia de las cosas lejanas con descuido de las domésticas y propias. Aprendí este concepto en los años 60 del director de la Revista Veritas en una de mis visitas a Buenos Aires, Argentina. En esta acepción el afganistaneo dejó de serlo cuando la Unión Soviética invadió Afganistán, país que atrajo interés internacional y se convirtió para Moscú en el desastre que fue Vietnam para Estados Unidos, con la diferencia clave de que los Estados Unidos perdieron en Vietnam por la estupidez de muchos norteamericanos y la traición de algunos, en tanto que bajo la ruda disciplina en la Unión Soviética no hubo protesta alguna contra la invasión a Afganistán.
Los soviéticos no pudieron domar a los afganos y se retiraron mohinos de aquel escenario hostil, incosteable y letal. Devenidos símbolos de la resistencia anticomunista, vi en ceremonias de la Herencia Étnica en la Casa Blanca a representantes afganos. Altos y vestidos de blanco, su presencia imponía.
Por la destrucción criminal de las Torres Gemelas, ataques al Pentágono e intenciones contra la Casa Blanca, Afganistán recuperó su importancia en la vida norteamericana y en el interés del mundo. El presidente George W. Bush tomó la ofensiva, encendió allí la esperanza y dio al pueblo afgano el principio de la libertad y soberanía.
Dudo que haya una fotografía más hermosa para la democracia que aquella enviada por Shah Marai, AFP, Getty Images, en que radiantemente bellas empleadas electorales, juntamente con algunos empleados, trasladaban cajas con votos en las afueras de Kabul, capital del país. Descubierto orgullosamente el rostro amigo, aquellas mujeres deslumbraban al sonreír a la libertad. Dolosamente, la mala prensa prefirió destacar las abstenciones -muy inferiores a las que se producen en las elecciones norteamericanas- y las protestas de algunos de los quince candidatos presidenciales oposicionistas afganos por la baja calidad de la tinta empleada en las mesas de votación.
Las elecciones imponentes, mágicas, celebradas en Afganistán, y las de fines de enero de 2005 en Irak, favorecieron históricamente al Presidente Bush. Señalé entonces lo antipatriótico de una campaña que debió centrarse en los múltiples temas domésticos. Y es que resultan antinorteamericanas, y un ultraje feroz a las mejores formas cívicas, las campañas electorales partidistas en Afganistán, en Irak, Cuba, Venezuela, Nicaragua y demás escenarios internacionales. Buscar la derrota de los Estados Unidos es traición.
Lamentablemente, no acaba de aprenderse la lección. Y Afganistán está siendo otra vez el teatro, como lo evidenció la sustitución del General Stanley McChrystal, héroe sorprendido en su propia ingenuidad o en su amargura al aceptar que un periodista de The Rolling Stone lo acompañara con la promesa de silencio. Ese “off the record”  en lo político ha sido violado muchas veces y sólo conviene  cuando conviene a la fuente informarlo y al destinatario saberlo y callarlo. En el ambiente militar y sus actividades no cabe, no procede tal procedimiento ¿Está claro como el Cristal?
Y si he usado la palabra “amargura” como sentimiento actuante en la conducta impropia de McChrystal  que no estuvo claro en su desdén por la gente de la Casa Blanca –lo que incluía al Presidente- es porque siempre deben determinar la seguridad nacional y la vida de los soldados. Repugna que jueguen con ello la oposición o el gobierno. No. No. Con eso no se juega. Aquí hay responsabilidades de ambos bandos.  McChrystal mostró inmadurez y exceso de confianza en quien no debió depositarla. El Presidente estaba obligado a cesarlo para conservar la integridad de la cadena de mando. Por otra parte, recuérdese que el General solicitó urgentemente 40,000 tropas adicionales. Le enviaron 30,000 varios meses después. Afganistán luce enfangado; el lodo es denso.  Enviar menos tropas de las requeridas por quienes mandan en el campo de batalla estimula al enemigo y acrecienta lo cruento del enfrentamiento. Si las tropas actuantes son las necesarias y más, el enemigo ofrece menos resistencia, se rinde, escapa, pospone la lucha o la abandona. Y mueren menos de los nuestros. Sin embargo no hubo demora, sí premura absurda al anunciar una retirada en julio de 2011, hecho propio de una campaña electoral y dañino en el campo militar. Perjudica que la democracia informe del número y condiciones de sus ejércitos y que, además el Presidente diga cuándo llegan y cuándo se van. Informar al enemigo nos mata soldados.
Recuérdese que a McChrystal se le acredita la captura de Saddam Hussein y la muerte del líder de al Qaeda en Iraq, Abu Musab al-Zarqawi,
y que al nombrarlo en Afganistán el Presidente lo recibió en la Casa Blanca sólo diez minutos, noticia que me impactó personalmente al pensar en su estatura histórica y la importancia de la misión que le asignaba, especialmente viendo que el Presidente Obama consagra horas al bla bla bla.. ¿Diez minutos para fotografías a quien entrega la responsabilidad de la vida de millares de jóvenes norteamericanos? Además de ofensa al designado ¿no implica ello un doloroso desinterés en la causa misma que le asigna? Diez minutos se dedican a bebernos una taza de café en una esquina cualquiera. Y ese fue el único encuentro hasta éste de la renuncia-destitución, salvo una VTC, Videoteleconferencia. El problema no fue sólo de formas sino de fondo al filtrarse un informe escrito del general exponiendo que la guerra en Afganistán resultará un fracaso si no se agregan tropas en el 2011, tiempo en que Obama habla precisamente de retirarlas. Dolía al general, como a cualquier ser racional, que privaran en Washington y medios oficiales el tema del cuidado de la salud y n o el del cuidado de la vida de los soldados y la vida de la victoria.
Y es que nuestro Presidente viaja a Dinamarca para pedir que el Comité Olímpico Internacional escoja a Chicago como sede de los Juegos de Verano del 2016; consagra días a quehaceres colindantes con lo frívolo, y no es capaz de enredarse en un análisis exhaustivo de la situación y planes consecuentes con el militar al que encomienda un deber que implica triunfo o derrota para los Estados Unidos y sus hijos. He aquí prioridades enfermas.
Acaso esta misma crisis de valores impulsara la conducta de McChrystal jugándose el todo por el todo urgiendo del Presidente una definición o enfrentando su respuesta de retirar tropas en lugar de aumentarlas, particularmente cuando en la práctica los Estados Unidos se están quedando solos, al alejarse tropas y compromisos de otros miembros de la OTAN. Cada vez más este empeño en Afganistán con extensiones en Irak y Paquistán, se hace exclusivo de los Estados Unidos y, precisamente por ello, los Estados Unidos están más obligados aún a dotar de lo máximo a sus soldados en equipos y recursos y hallazgos modernos. Del pensamiento de McChrystal no puede estar ausente el recuerdo del General Douglas McArthur que no perdió al destituirlo el Presidente Harry Truman; pues ganó tanto prestigio y gloria que no quiso ser candidato presidencial. El General Ike Eisenhower fue el beneficiario.
Este hombre alto en estatura y coraje y logros, y 55 años de edad, tiene muchas decisiones que tomar.   No permanecerá en las Fuerzas Armadas, obligado a obedecer debilidades. Se retirará con las cuatro estrellas que tendrán que reconocerle –escribo este 4 de julio- Recibirá ofertas para libros y documentales y más. Acaso incursione en política. Que en estos tiempos parece exigir menos sensatez que el mundo militar.
Mientras tanto estas responsabilidades retadoras las asume el General David Petraus con ceremonia y todo de 4 de Julio en una nueva historia. Petraus es más hábil negociador y cree en la necesidad de unir a civiles y militares en el campo norteamericano y a éstos con los otros miembros de la OTAN o NATO. Si a estas complejidades se agregan las insinuaciones del presidente afgano Hamid Karzai para un gobierno conjunto con el fiero talibán Sirajuddin Haqqani patrocinado por el gobierno ambivalente de Paquistán, Petraus enfrenta una tarea magna, pues referente al arreglo con los talibanes, éstos terminarían tomando el poder. La única posibilidad de un arreglo para cumplirse se basaría en que los talibanes fueran diezmados primero. Y para tal meta el Presidente Obama tiene que dejar a l os militares asumir un mando que él, el Presidente, ejerce a favor del enemigo. Acabo de escribir algo terrible, PERO se busca realmente la victoria en todas las geografías del mundo, o este país cae por el precipicio de desastres... que ya nos atraen.
Dado a lo llamativo y atrayente en estos temas vitales, me complace apuntar que McChrystal votó por Obama; no por McCain –también los militares sufren estas cosas- y Petraus fue militar de confianza del Presidente Bush.