LA IZQUIERDA ETERNA Y LA DERECHA QUE NUNCA EXISTIÓ-(I)
martes, 15 de junio de 2010
LA IZQUIERDA ETERNA Y LA DERECHA QUE NUNCA EXISTIÓ-(I)
(6-15-10-5:15PM)
Por Diego Trinidad Ph D
Desde que el comunismo internacional y su “madre patria”, la mal llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (siempre fué la Rusia Imperial de los zares, ahora colectivista y totalitaria) desaparecieron entre 1989 y 1991, muchos decidieron que las insidiosas doctrinas socialistas-comunistas habían muerto para siempre. Entre esos, quizás la gran mayoría (uno esperaría) consideró esa “muerte” con regocijo, aunque desafortunadamente otros la lamentaron. Un escritor—Francis Fukuyama--hasta se hizo famoso al publicar un libro titulado “El Fín de la Historia” (¡la pretensión!), en el cual proclamaba el gran triunfo de lo que llamó la “Democracia Liberal” por los siglos de los siglos por venir (pero un tiempo después aclaró que por “Democracia Liberal” no quería decir el modelo americano de una república federal creado en EU con la Constitución de 1789, sino la “social-democracia” de la Unión Europea, mas conocida como . . . ¡el socialismo!).
Pero todos los que celebraron o lamentaron la “muerte” de esas malvadas y dañinas doctrinas de lo que yo desde ahora llamaré la Izquierda Eterna (tomando prestado parte de la Cuba Eterna de mi buen amigo Pepito Sanchez Boudy), lamentablemente se equivocaron. La idea del socialismo es immortal, es el vampiro Drácula verdadero. Peor, porque el legendario Drácula podia ser liquidado clavándole una estaca en el corazón, pero el socialismo-comunismo no pueder ser destruído de ninguna manera, puesto que una idea, por mala que sea, mientras haya quien crea en ella, nunca muere. Pero ¿y la Derecha, esa gran enemiga de todos los “progresistas del mundo? Bien, gracias, ya que no existe ahora, ni nunca antes existió en la historia. Veamos.
Como el cuento del huevo y la gallina ¿quién nació primero, la izquierda o el socialismo? Fácil, la idea del socialismo surgió mucho antes que el concepto de la izquierda. La idea socialista es tan antigua casi como la humanidad, pero más concretamente se puede encontrar en la Grecia Antigua con filósofos como Zenón y los Estóicos, y más específicamente, en “La República” de Platón. Siglos después se encuentra presente en parte de las doctrinas cristianas y algunas enseñanzas de Jesús, según ciertos evangelios, así como también en el cristianismo comunitario primitivo de aquellos tiempos. Mas adelante, en el siglo 16, surgen los primeros movimientos utópicos (recuérdese bien que todas las doctrinas socialistas son utópicas), que culminan con los libros de Thomas More “Utopia” (1515) y “Nueva Atlántida” de Francis Bacon (1627). Pero es en el fatídico siglo 18 en que las ideas socialistas se encuentran con el concepto de la izquierda en la Revolución Francesa, aunque tienen sus orígenes comunes un poco antes con ese gran farsante y destructivo escritor suizo Jean Jacques Rousseau, el padre de todos los totalitarismos colectivistas. Rousseau popularizó lo que él llamó—sin entenderlo, como no lo entiende nadie pues es inteligible—Voluntad General, la cual contrapuso a los intereses particulares en la glorificación de la igualdad entre los seres humanos, que según el demente suizo todos nacían en la nobleza del salvajismo hasta que conocían la civilización, la cual los convertía en “malos” y en individuos (sarta de mentiras: al individuo lo crea Diós y naturalmente, precede a la sociedad, que se forma de individuos libremente unidos en beneficio común), a los cuales había que “socializar” para lograr ese tan alabado concepto (todavía y siempre) del Bien Común (según la filósofa política Ayn Rand, el concepto “tribal” del Bien Común ha servido como la justificación moral de casi todas las tiranías de la historia). Estas ideas expresadas por Rousseau en sus varios libros fueron las precursoras de esa gigantesca calamidad que fué la Revolución Francesa, dónde y cuando nace precisamente el concepto de la izquierda. A propósito de Rousseau--quien además de ser un demente y un depravado sexual era, como casi todos los “intelectuales socialistas”, un parásito social que nunca trabajó y vivió de mujeres y amigos toda su vida--en una ocasión, después de publicar su libro “El Contrato Social”, por el que recibió un prestigioso premio, le envió una copia del libro a Voltaire, quien después de leerlo, le contestó: “Monsieur, he recibido su nuevo libro contra la raza humana y le doy las gracias por él. Nunca tanta habilidad se utilizó para hacerrnos lucir tan estúpidos. Uno anhela, después de leer su libro, poder caminar en cuatro patas. Pero como olvidé ese hábito hace mas de 60 años, tristemente creo que es una imposibilidad poder hacerlo de nuevo”. Me parece que esta famosa carta describe bien al “Genio de Ginebra”. Lamentablemente el daño que ha hecho en la historia no se puede borrar ridiculizándolo con la mejor sátira del mundo, ni aún escrita por el maestro Voltaire.
Durante las primeras deliberaciones de la Asamblea Nacional en París, Francia, en 1789, al principio de la Revolución Francesa, los delegados representando a la iglesia, la nobleza y el comercio, quienes apoyaban a la monarquía, fueron fortuitamente sentados a la derecha del presidente de la Asamblea, mientras aquellos que apoyaban a la Revolución, se sentaron a la izquierda del presidente. De ahí surge el concepto de la izquierda. Claro, cuando comenzaron los excesos del Terror con los Jacobinos y Danton, Marat y Robespierre llevaron a la guillotina a miles de inocentes, la izquierda, identificada con los elementos más “progresistas” de la sociedad, quedó también para siempre marcada por métodos terroristas para lograr y mantener el poder. La izquierda tuvo hasta la mala suerte de ser identificada, desde tiempos bíblicos, con el infierno y el diablo. En un evangelio de Mateo (25:31-46), se dice esto de la izquierda: “Entonces él [Jesús] les dirá tambien a los de su izquierda [énfasis mío]: apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Pero lejos de sucumbir, sucedió todo lo contrario: la izquierda se fortaleció más y más hasta que en el siglo 19 se apareció Karl Marx. Pero antes de Marx, durante la Revolución Francesa surgieron especialmente dos figuras que ligaron a la izquierda con el socialismo desde entonces. Primero, Francois Noel Babeuf, un propagandista y panfletero semi-profesional quien durante la Revolución estuvo muy involucrado con la llamada “Conspiración de los Iguales”, la cual trató de derrocar al gobierno del Directorio en 1796. Babeuf fué arrestado y ejecutado después de un breve juicio en agosto de 1796. Pero algunas de las ideas que promulgó quedaron tan vivas en la memoria de la izquierda contemporánea que pocos años después, un “socialista” inglés llamado Goodwin Barmby, a quien se le atribuye haber inventado el término “comunista”, se identificó como “discípulo de Babeuf”. Babeuf fué unos de los primeros en predicar la redistribución de la riqueza y mas importante, de proponer y promulgar (lo cual le costó la vida mas que sus otras actividades sediciosas en 1796), el uso del terror como elemento de control politico. Según Babeuf, mucha sangre tenía que ser derramada para que la “revolution” triunfara. En el “Manifiesto de los Iguales”, escrito por otro de los miembros de la conspiración, Synvain Marechal, Babeuf predijo que la Revolución Francesa había sido una precursora de otra revolución por venir que sería mucho más grande y solemne, y sería la última revolución. Una buena profecía de la Revolución Bolchevique 120 años más tarde.
Claude-Henri de Rouvroy, Conde de Saint-Simon, llegó a la Revolución Francesa un poco tarde, después de pelear con distinción en la Revolución Americana. Durante el Terror, en 1793-94, fué arrestado por ser noble y escasamente escapó de la guillotina. Quedó impresionado por sus experiencias y siempre se opuso a la violencia de que fué testigo y casi le cuesta la vida. En 1802, comenzó a escribir una serie de libros en los que delineó una filosofía claramente identificada con los principios socialistas más conocidos desde entonces, tales como la prédica de una sociedad sin clases gobernada por una élite de tecnócratas guiada por principios científicos que proveería trabajo justo para todos y ofrecería recompensas basadas en méritos. Se le considera el primer propulsor de la economía planificada y después de su muerte, sus discípulos juntaron sus ideas en la llamada “Doctrina de Saint-Simon”, precursora del estado de bienestar y considerada la primera exposición sistemática del socialismo industrial. Como se puede ver claramente, muchas de éstas ideas fueron adoptadas por Marx años después en el Manifiesto Comunista. Pero los principios no violentos de Saint-Simon dieron también lugar al movimiento social-demócrata (lease socialismo europeo moderno) y a reformas sociales de la iglesia católica. En realidad, se puede resumir su influencia como pionera de los movimientos conocidos como socialismo utópico, en los cuales fueron también muy importantes el filósofo francés Charles Fourier, y sobre todo, el escocés Robert Owen, quien después de ganar una fortuna en sus plantas textileras de Escocia, se trasladó a EU, y en el nuevo estado de Indiana, fundó la primera comunidad “perfecta”, llamada Nueva Armonía. Después de pocos años, fracasó como todas la demás que la siguieron, incluyendo la comunidad comunista La Reunión, fundada por Fourier cerca de Dallas, Texas.(Continuará)
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