EL SIGLER DE TRAJE Y CORBATA Y EL SIGLER DE LAS PIEDRAS
martes, 8 de junio de 2010
EL SIGLER DE TRAJE Y CORBATA Y EL SIGLER DE LAS PIEDRAS
(6-7-10-10:40AM)
Por: María del Carmen Carro.
Yo conocí al Miguel Sigler de la “jaba de piedras”. Aquel hombre alto, delgado, humilde, de melena encrespada había viajado desde Matanzas a buscar a los hombres del MIOA encarcelados. Indignado, me decía.-“María del Carmen sígueme que el MIOA va demostrar que no tenemos miedo.” Ahí tienen a mis hermanos presos, aquí tengo una “jaba con piedras” yo miraba la jaba y sabia que todos estaban decididos. Lo confieso.- sentí miedo. Miguel estaba hablando muy en serio. Sentí miedo porque todavía yo debía los hechos de Los Pasionistas y la Seguridad nunca me devolvió mis equipos, estaba trabajando con la grabadora de mi colega Fara Armenteros. Si Miguel salía yo tenía que seguirlo. Yo hacía periodismo en las calles. Tratamos de persuadirlo. Miguel estaba decidido a “caerle a piedra limpia”, a la Estación. Este matancero a pesar de todo se veía con vida. Tenía brillo en los ojos, el brillo que da hacer Patria en el suelo natal.
Estábamos rodeados por los hombres del Departamento 21, de la Seguridad Cubana, los que permanecían alertas desde el día anterior y mantenían controlado cada movimiento nuestro. Había entrado uno de los frentes fríos más fuerte de aquel año y nuestros hermanos estaban, hambrientos y con las ropas destruidas por las golpizas. La Unidad policial de Ave, Acosta y 10 de octubre era ya famosa para los defensores de los derechos humanos. Guido y Ariel Sigler Amaya, acompañados por otros hombres del MIOA (Movimiento Independiente Opción Alternativa), estaban encarcelados junto a Oscar Elías Biscet y su grupo de activistas del Club de Amigos de Derechos Humanos, y otros opositores dentro de ellos, Virgilio Marante Guelmes, Orlando Zapata Tamayo y Raúl Arencibia, quien había puesto su casa, ubicada en la 11na, Ave de Acosta, a disposición del médico recién excarcelado. .-“a los de Matanzas les gusta probar fuerza”.- gritaba uno de los oficiales de la Seguridad, al tiempo que Ariel le respondía- “de aquí no nos vamos a retirar”. Ariel y Guido se acostaron en la calle. A Ariel lo arrastraron de un extremo a otro de la calle. Y le causan un gran hematoma , De igual forma atropellaron a Guido, a quien lo golpean fuertemente por el estómago y le aplican una llave cuando trata de recoger sus espejuelos. Por otra parte, esposan a Biscet y a Zapata Tamayo quien gritaba fuertemente .-¡Vivan los derechos humanos!. ¡Asesinos!. A estos hombres solo por la fuerza pudieron apartarlos de su decisión de ejecutar la acción de impartir la primera clase de desobediencia civil del Club de Amigos de Derechos Humanos.
A los hombres los arrastraron y los condujeron a la fuerza hacia los patrulleros. (Estas declaraciones la hicieron a esta reportera personas del pueblo y activistas que después fueron ex-carcelados).
Al salir Oscar Elías Biscet de la prisión de “Cuba Sí” ofreció una Conferencia en la pequeña salita de su madre, ubicada en la calle Armas en Lawton. Allí compartí impresiones con Ariel y Guido acerca del Movimiento Opción Alternativa. Ariel un muchacho alto, atlético intercambiaba también impresiones sobre la Oposición, aquel, físicamente era otro Ariel. Un joven muy fuerte, de buena apariencia. Estos hombres eran muy necesarios para desarrollar la desobediencia civil en Matanzas. Por el Oriente estaban Juan Carlos Herrera Acosta y Néstor Rodríguez Lovaina, también el invidente Juan Carlos Leiva. Por las provincias occidentales el grupo de los Zajharov trabajaba muy fuerte.
Los hombres de la desobediencia sabían cómo hacer las demostraciones en las calles. Los Sigler habían alcanzado mucha experiencia. Un grupo muy fuerte. A la cabeza Gloria Amaya. La madre apoyando a sus hijos. Hablé con ella en varias oportunidades y siempre la misma fortaleza.
Ahora estoy ante el Miguel Sigler de traje y corbata, que es igual al Sigler de la “jaba de piedras”. No hay diferencias y sí hay diferencias. Como aquel del 7 de diciembre de 2002, está decidido a defender a sus hermanos presos. Es la misma voz firme y solidaria, con traje y con corbata, diciéndole al mundo. “Mi hermano se muere, los presos políticos están enfermos y condenados injustamente. Ya no hay “jaba de piedras”, pero sí hay un corazón con fortaleza de piedra para seguir adelante desde este destierro, que le impuso la tiranía castrista. Ya no hay crespos en su pelo, su sonrisa está apagada. Ya no está Gloria Amaya. Ella también condenada a no depositar su último beso a los que les dio la vida, pero su voz le sigue diciendo a Miguel desde el cielo. “Tus hermanos están presos.”
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