DESTRUCCIÓN DE LA INDUSTRIA AZUCARERA

viernes, 14 de mayo de 2010

DESTRUCCIÓN DE LA INDUSTRIA AZUCARERA
(5-13-10-5:30PM)
Por José M. Izquierdo
La destrucción de la industria azucarera en Cuba me toca muy de cerca. En ella trabajé por muchos años, fue parte de mi vida. Los Castro tendrán un día que rendir cuentas  por muchos crímenes, pero destruir la industria azucarera es uno de los más crueles que jamás gobierno o gobernante alguno haya cometido contra un pueblo y un país.
Con la destrucción de esta industria termina también una clase socio-económica en Cuba, “Los trabajadores azucareros” que tanto defendió el “General de las Cañas”, Jesús Menéndez. Se borra de la isla una tradición muy criolla, la zafra azucarera, matizada de olor a miel, el sonido peculiar y ruidoso de las humeantes locomotoras de vapor, el agudo pito de los ingenios marcando las jornadas de trabajo, el negro e incómodo hollín que emanaba de las altas torres de los ingenios, se diluyen en el abandono y el olvido los pintorescos bateyes creados alrededor de los ingenios, comunidades de vecinos únicas por su especial composición social.
El fin de la industria azucarera en Cuba, terminó con una clase social obrera de una experiencia laboral insuperable, la cultura azucarera transmitida de generación a generación por siglos, imposible de recuperar. Acabó con una industria que empleaba unos 420 mil trabajadores y otros cientos de miles vinculados indirectamente a esta industria, terminó con el renglón económico que dio vida, nombre y reconocimiento mundial a una pequeña isla del Caribe durante siglos: el azúcar.
Cuba, con una población aproximada de millón y medio de habitantes a finales del siglo XIX, produjo en 1894, 1 millón de toneladas de azúcar, cuando no existía el transporte ferroviario, y los ingenios eran unos anticuados trapiches. Con la modernización de los ingenios y la introducción del ferrocarril, Cuba produjo en el año 1915, mas de 3,1 millones de toneladas de azúcar de primera calidad y en 1952 llegó a producir más de 7.1 millones de toneladas con 161 ingenios en producción.
Hoy, cuando las posibilidades de desarrollo y mercado del azúcar y especialmente de sus derivados como el bagazo, alcoholes, mieles, ceras, celulosas y muchos otros subproductos de un alto valor mercantil crecen en los mercados internacionales, el régimen castrista desmantela sus ingenios, permite la salinización de las tierras, que el dañino Marabú se adueñe de los campos de caña, destruye las infraestructuras industriales y de transporte ferroviario. Esto es un crimen enorme y absurdo.
El daño está hecho, la industria azucarera cubana agoniza. Por muchos culpables que la ineficiente jerarquía castrista trate de impugnar, son ellos, su incapacidad y su indolencia los culpables de este crimen, uno más de los muchos cometidos contra la nación y el pueblo de Cuba.