ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

miércoles, 17 de marzo de 2010

ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
(3-17-10-12:30PM)
Por Amarilis C Rey
Hace pocos días, uno de los canales de la televisión cubana exhibió un documental sobre la cosecha de naranja en la península de la Florida.
La Habana-PD. En el filme se explica que cinco variedades del fruto, con diferentes características en su rendimiento, garantizan 250 millones de litros de jugo al año, destinado a un comercio donde el producto siempre tiene una gran demanda.
“Sobre todo en el desayuno, el néctar de naranja es muy codiciado”, dice el narrador y explica que todo el proceso de siembra, cuidado de las plantaciones y cosecha está a cargo de un granjero y varios obreros, quienes manipulan las máquinas recolectoras del fruto y un personal especializado que se encarga de probar el jugo y valorar sus distintas características.
El tema detonó un intercambio de impresiones entre algunas personas que por casualidad coincidieron en el mismo sitio al momento que la pequeña pantalla se llenaba con las naranjas de la Florida.
“¿A esta gente no les dará pena poner eso en la televisión?”, dijo Yolanda, de 40 años de edad. Y agregó: “Un solo hombre con algunos obreros mantiene todo el año los mercados llenos y aquí para ver una naranja, en época de cosecha, tiene que ser una casualidad que te encuentres a alguien vendiendo, o que por otra casualidad surtan con naranjas los puntos de venta, que en esos casos, gran parte llegan podridas.”
“Y lo socorrido que es un jugo de naranja para una merienda de cualquier niño, y cuando están enfermos. Donde único se podía encontrar jugo para un caso extremo de enfermo era en la shopping (tienda recaudadora de divisa), pero en estos momentos ni en esos sitios los garantizan, están perdidos”, dijo Isabel, de 60 años
“No, si vamos a hablar de perdidos, tienes que incluir el arroz, la malanga, el boniato, la calabaza. Ahora si que me parece estamos llegando al Comunismo, porque todo se está acabando”, aseguró Carmen, de 56 años. Y acotó: “Nos hemos pasado toda nuestras vidas en buscar que poner en la mesa, en tratar de resolver ese problema diario que es dar de comer a nuestras familias. Ahora no hay huevos, no se consiguen por ninguna parte, ni en venta libre ni en bolsa negra. Yo tengo dos huevos en mi refrigerador y no me los como por temor a quedarme sin ninguno y luego, ¿donde consigo más?”
Comenta Isabel nuevamente: “Hace un mes, me regalaron tres pedacitos de yucas, las pelé y las metí en el congelador para cuando aparezcan otras viandas poder hacer un ajiaco.”
Mientras madres, abuelas y amas de casa se desgastan para alimentar a su familia, los medios en Cuba reconocen el déficit en la entrega a los puntos de venta de productos del agro y culpan al bloqueo (embargo) norteamericano de estas lagunas en las ofertas a la población. En la actualidad, la justificación, es la tardía llegada al país de fertilizantes y plaguicidas.
Para Manuel, un campesino de 77 años, residente en Provincia Habana, lo que se necesita en Cuba es vergüenza: “Quien ha visto que para sembrar calabaza, que está perdida, se necesite tanto miramiento, o chopo y boniato que antes se sembraba para los cochinos (cerdos). Mi familia siempre vivió en el campo y yo también. Pero ahora el campo no da, porque no lo pagan, por eso nadie quiere trabajar y todo el mundo perdió la vergüenza. Muchas cosechas se pudren después de recogidas porque el camión no viene y nada funciona porque todo es del mismo dueño.”
Una vez más, en este medio siglo de crisis y batallas, los comentarios se acaloran alrededor de las tarimas de viandas vacías y de los comercios que exhiben pobreza en sus estantes. Muchos dentro de Cuba creen que aquí se vive entre la espada y la pared. La espada la tienen los mecanismos creados por el Estado que obstaculizan el bienestar de la sociedad. Y la pared, afirman, cada vez se siente más cerca. (Publicado originalmente en “Cuba Matinal”)