BARRO
viernes, 27 de noviembre de 2009
BARRO
La cultura española enseñó a nuestros pueblos a seguir caudillos, elevando al rango de mesías al líder o dirigente que con algun grado de credibilidad, poseía el valor para imponer sus ideas.
El caudillo, escalando al púlpito político o militar, se auto-consideraba o era venerado por sus súbditos, como el dueño y señor de la verdad, señor de horca y cuchillo, poseedor de todas las soluciones.
Los ciegos seguidores, con mayor o menor valentía o moral combativa, se convertían en compañeros de viaje, en borregos, o quizás en cómplices.
!! Cuan lejos de todo raciocinio o inteligencia colectiva.!!
Cuanto daño ha causado a nuestros pueblos depositar la fe y el destino de vidas y naciones, en manos y acción del preclaro populista que piense por todos.
Cultura popular española que acreditaba lauros, credibilidad, o valentía, al que gritara con iracundia vehemencia sus creencias, conceptos o agendas Personales.
Una forma de vida forjadora de gritones, guapos y borregos. La pasión y vehemencia en defensa de una idea o un principio, expresada con raciocinio y coherencia, merece meditación colectiva.
Al líder lo forja la militancia de seguidores, cuyo deber es poseer inteligencia, madurez y visión impoluta, para defender y luchar por ideas, justicia y bienestar colectivo para la nación y las grandes mayorías populares.
En el contexto nacional, luchar o defender intereses personales o de grupo, convierte los postulados de esa lucha en agenda estrecha y comprometida, convirtiendo a los seguidores en espurios cómplices.
Los pueblos deben tener claridad mental y pureza de intenciones al escojer su destino. Se debe luchar por ideas, desterrando los instintos de apoyar caudillos, que sin el apoyo popular mayoritario se erigen como contaminados líderes de barro.
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