OCTUBRE 1962: EL PLAN PARA GANAR LA GUERRA FRÍA (II)
Por Diego Trinidad, Ph. D. (Especial para Nuevo Acción)
Un gran cambio en los planes originales de Anadyr fue que no se pudieron utilizar los pioneros submarinos nucleares rusos para la protección de la armada que transportaba las armas, incluyendo los cohetes, de Rusia a Cuba. No eran confiables y en los primeros experimentos conducidos en aguas costeras rusas, al primero de ellos se le recalentó el reactor nuclear a bordo de tal forma, que malamente pudo ser la tripulación de 128 marinos rescatada, aunque todos estuvieron expuestos a mucha radiación y algunos murieron tiempo después. En ese mismo viaje de prueba, al lanzar uno de los prototipos cohetes nucleares, el cohete cambió de rumbo en el aire y se autodestruyó sin alcanzar siquiera la mitad de la trayectoria planeada. De manera que solo cuatro submarinos petroleros pudieron ser enviados a Cuba para proteger la flota rusa en su totalidad, algo imposible de lograr. Pero esos cuatro llevaban un torpedo con cabeza nuclear cada uno, algo no conocido hasta hace muy poco. Mucho más grave: los capitanes de cada submarinos estaban autorizados a usar los torpedos nucleares a su discreción, si consideraban al submarino en peligro de ser capturado o destruido. Eso, a pesar de que los torpedos nucleares habían sido probados solo dos veces, ambos intentos fallidos.
La Operación Anadyr fue finalmente descubierta cuando los vuelos de los U-2s fueron re-autorizados por Kennedy en los últimos dias de septiembre, pero aún esa nueva autorización tuvo que ser demorada debido a la nubosidad sobre Cuba. Un vuelo el 14 de octubre determinó conclusivamente la presencia de cohetes rusos de alcance medio en Cuba. El Asesor de Seguridad Bundy increiblemente se demoró dos dias para informar al presidente. Inmediatamente se estableció un aparato para lidear con la Crisis, conocido como ExCom (Comité Ejecutivo) y comenzaron las deliberaciones sobre que hacer al respecto. Pero hay que señalar, en defensa de Kennedy, que practicamente todos sus asesores lo habían malinformado sobre las intenciones rusas, desde Bundy, pasando por Rusk y hasta incluyendo al Director de la Oficina Nacional de Estimados, Sherman Kent, quien le reportó al presidente el 19 de septiembre que “creemos que el aumento de la capacidad militar rusa en Cuba comenzada en julio no refleja una política rusa radicalmente nueva hacia Cuba”. Por supuesto, los rusos, desde Dobrynin, quien ignoraba el plan Anadyr hasta el Ministro de Relaciones Exteriores Gromyko, quien si lo conocía, le aseguraron a Kennedy que las armas y “asesores” rusos en Cuba eran estrictamente para proteger a Cuba. Gromyko le mintió en su cara a un enfurecido Kennedy el 18 de octubre, cuando el presidente ya tenía las fotos de los U-2s en la gaveta de su buró mientras se entrevistaba con el Ministro ruso. Por otro lado, hay que considerar que Kennedy no necesitaba que sus asesores le interpretaran las intenciones rusas. El conocía muy bien la capacidad militar rusa y la abrumadora superioridad de EU ante Rusia en poderío nuclear. Lo conocía por dos grandes fuentes de información. Primero, los informes del hasta entonces mas importante desertor ruso al Oeste, el Coronel de la GRU rusa (inteligencia militar) Oleg Penkovskiy (arrestado el 22 de octubre, el dia que Kennedy anunció la presencia de los cohetes en Cuba en la TV nacional y fusilado en mayo de 1963). Penkovskiy no solo le dió invaluable información a EU (a través de sus “manejadores” de la inteligencia británica) de la cohetería intercontinental rusa y de los problemas técnicos, fracasos y número de cohetes de largo alcance, sino que hasta les proporcionó los planos de los cohetes de alcance medio e intermedio que fueron introducidos en Cuba. Esos planos permitieron a los analístas de la CIA y NPIC identificar definitivamente la presencia de cohetes estratégicos en Cuba. La otra fuente fue aún mas importante, si esto es posible. El tesoro de información proveniente de los nuevos y revolucionarios satellites CORONA. Este programa fue iniciado bajo la administración de Eisenhower, pero para julio de 1961, las detalladas fotos tomadas por los nuevos satélites revelaban el donde, cuando y como de la cohetería intercontinental rusa. Kennedy, quien llegó a creer firmemente en la existencia del famoso missile gap (diferencia entre la cantidad de cohetes rusos y americanos en existencia en 1960, al parecer favorable a Rusia) y cuya mención continua en la campaña presidencial de 1960 le ayudó a ganar la elección, por fin se convenció que el gap si existía, pero abrumadoramente a favor de EU. En fin, es por toda esa información que Kennedy tenía en sus manos, que muchos analistas, incluyéndome a mi, pensamos, desde tan atrás como 1969, que la Crisis fue permitida y hasta provocada por Kennedy por dos importantes razones. Una, para usar la distracción en la campaña congresional de 1962, en la cual parecía que el Partido Demócrata perdería varios escaños, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado (las pérdidas demócratas fueron mucho menores que lo normal para el partido en el poder en una elección congresional intermedia). Dos, para vengarse de Khrushchev por las humillaciones y derrotas de Girón y Viena, y colocar al ruso “en su sitio”. Esto útimo es crucial. Recuerden que los Kennedy vivían el lema irlandés “Don’t get mad, get even” (no se enoje, desquítese). En resumidas cuentas, eso fue lo que sucedió: Kennedy, de hecho, se cobró todas las cuentas. Solo que para lograrlo, puso al mundo en peligro mortal. Y peor, cuando pudo haber hecho mucho más para cortarle las alas al comunismo internacional, incluyendo, por segunda y última vez, liberar a Cuba de la dictadura castrísta, no hizo ninguna de las dos cosas. Es más, el final de la Crisis terminó garantizando para siempre (hasta ahora, y vamos por 50 años) a la revolución cubana.
No vale la pena describir lo que sucedió durante la semana casi fatídica del 22 al 29 de octubre. Los hechos son muy conocidos y no hay mucho que agregar, excepto dos revelaciones relativamente recientes, las cuales incrementaron exponencialmente el peligro de una guerra nuclear. Y es necesario un análisis final sobre el resultado de la Crisis y el famoso “pacto” entre Kennedy y Khrushchev respecto a Cuba. Los hechos peligrosos fueron la posibilidad del uso de los misiles cruceros FRK, una unidad de los cuales había sido emplazada secretamente a solo 15 millas de la Base Naval de Guantánamo. Esto fue revelado el año pasado por el mencionado escritor Dobbs en su magnífico libro, el cual es altamente recomendado. El uso de esos misiles estaba terminantemente prohibido a los jefes militares en el terreno. Pero el general ruso a cargo de todas las armas nucleares en Cuba, Issa Pliyev, no estaba al mando de los FRKs, y no estaba en ese emplazamiento en los dias finales de la Crisis, sino el Coronel Dmitri Maltsev. Y resulta que ni Maltsev, quien tampoco estaba en el emplazamiento cerca de Mayarí Arriba, no era necesario para ordenar el lanzamiento de los FRKs. Un simple teniente, con la ayuda de dos soldados, hubiera podido hacerlo. ¿Alguien duda que en el calor de una batalla, en caso de una invasión americana como la planeada para comenzar el 29 de octubre, el mismo día en que terminó la Crisis, los FRKs no se hubieran lanzados contra la Base? ¿Por que no, si la orden final a las tropas rusas era de morir peleando?
Pero de mucha más peligrosidad fue la situación con los submarinos rusos, los cuales fueron facilmente detectados y continuamente hostigados por destroyers de la Marina de EU. En el caso de uno de ellos, que no podía comunicarse con Rusia y cuya tripulación estaba desesperada por el calor (temperatura máxima dentro del submarino: 65 grados centígrados) y las carencias, el Capitán Nikolai Shumkov estuvo tan cerca como es humanamente posible de disparar el torpedo atómico cuando el destroyer Blandy le lanzó una bomba de profundidad el martes 30 de octubre, dos dias después de la decision anunciada de Khrushchev de retirar los cohetes de Cuba.
¿Estuvimos cerca del abísmo atómico? Sí. Demasiado cerca. Toda esta incredible información todavía es relativamente desconocida, a pesar que se reveló desde 1993, pero que yo sepa, solo ha sido publicada en detalle en el libro “October Fury”, escrito por el Capitán retirado de la Marina americana Peter Huchthausen en el 2002 (Huchthausen estaba destacado a bordo del Blandy cuando la carga de profundidad fue lanzada contra el submarino ruso B-130, comandado por el Capitán Shumkov).
La Crisis de Octubre terminó con un intercambio de cartas entre Kennedy y Khrushchev. La carta de Kennedy del sábado 27 de octubre es la importante, aunque la primera de las dos de Khrushchev debe ser mencionada por su peculiar contenido. Es una carta muy larga, casi incoherente. Según el entonces Embajador de EU en Moscú Foy Kohler, quien fue profesor en la Universidad de Miami en los años 1969-70, la carta “parecía escrita muy de prisa y por un mecanógrafo malo, llena de errores, borrones y palabras tachadas en tinta púrpura”. En su opinión, expresada durante una conferencia en mayo de 1969 en la Universidad de Miami en la cual yo estuve presente, Khrushchev probablemente estaba borracho y se mostraba como un hombre desesperado y aterrorizado. La carta fue entregada por un mensajero a la Embajada americana en Moscú a las 4:42 am y Kohler fue el primero en leerla. Su contenido fue ocultado por muchos años por orden de Kennedy, pues de acuerdo con varios conocidos diplomáticos americanos, además de Kohler, incluyendo a Llewellyn Thompson y a George Ball, “demostraba una desesperación no digna de un jefe de estado”. Unas horas después, un Khrushchev ya sobrio, envió una segunda carta mucho mas enérgica, en la cual por vez primera planteó que se sacaran los cohetes americanos Júpiter de bases de la OTAN en Turquía. Esta segunda carta fue ignorada por Kennedy, y en respuesta a la primera ya citada, los párrafos pertinentes dicen, tercero: “Usted [Khrushchev] acordaría retirar estos sistemas de armamentos [los cohetes nucleares] de Cuba [. . .] y encargarse [. . .] de poner fin a nuevos sistemas de armamentos en Cuba”. El cuarto párrafo contiene la esencia del “entendimiento” entre Kennedy y Khrushchev, ya que nunca hubo ningún pacto, ni acuerdo, mucho menos un tratado. Claro, el resultado ha sido el mismo: la garantía de la dictadura castrísta por 47 años, hasta ahora. Dice el cuarto párrafo: “ Nosotros [EU], por nuestra parte, acordaríamos [. . .] (a) eliminar prontamente las medidas de cuarentena ahora en efecto y (b) dar seguridades (assurances) contra una invasión de Cuba y yo confío que otras naciones del Hemisferio Occidental estarían preparadas para hacer lo mismo”. Esto es todo. Con esas efímeras palabras se garantizó la revolución cubana, ya que el “entendimiento” ha sido respetado desde entonces por nueve presidentes americanos. ¡Que mejor garantía que esa!
Esta carta de Kennedy, la cual fue una colaboración de varios diplomáticos, entre ellos George Ball y Alexis Johnson del Departamento de Estado, Adlai Stevenson, Embajador de EU ante la ONU, el asesor de Kennedy Ted Sorensen (quien compuso la versión final) y principalmente Robert Kennedy, fue entregada personalmente por Robert Kennedy al Embajador ruso Anatoli Dobrynin en la Embajada Rusa en Washington a las 8:05 pm. Ha sido aceptado por mucho tiempo que esta reunión entre Robert Kennedy y Dobrynin fue lo que últimamente resolvió la Crisis. Pero una vez más, no es cierto (aunque Dobbs está en desacuerdo conmigo en esto también). Lo que sí se logró allí fue que Khrushchev, a petición especial de Robert Kennedy, no incluyera la retirada de los cohetes Júpiter de Turquía en los documentos finales, de acuerdo con las memorias de Dobrynin, para que tal revelación no perjudicara los planes futuros de Robert de aspirar a la presidencia de EU. Es verdad que Robert le dijo a Dobrynin casi directamente que si la Crisis no se resolvía para el dia siguiente (28), las fuerzas militares de EU invadirían a Cuba de inmediato (en si, la invasión americana estaba programada para comenzar el 29). Pero la retirada de los cohetes se había decidido en Moscú horas antes, de acuerdo con Naftali y Fursenko, basados en sus investigaciones de la evidencia en los archivos rusos, la cual ya no está disponible. Para mi, esta evaluación es mas creible que la de Dobbs, quien no examinó esa evidencia.
Khrushchev fue depuesto en un golpe de estado lidereado por Leonid Brezhnev y Aleksei Kosygin en noviembre de 1964, días antes de la elección presidencial americana. Las razones aludidas fueron el “aventurismo” y las esquemas de cerebro de liebre (hare brained schemes) de Khrushchev. Es decir, su fracasada Operación Anadyr, con la cual todos los miembros del Presidium, incluyendo a Brezhnev y Kosygin concurrieron. ¡Pero que cerca estuvo de triunfar! Por otro lado, quizás no tan cerca, ya que los errors de cálculo de líderes autoritarios en respecto a los presidentes americanos son notorios en la historia de EU. Pero hasta Kennedy, cuando llegó la hora, se portó con firmeza. El problema fue que desperdició la gran oportunidad de ser el quien pudiera haber “domado” al comunísmo internacional décadas antes de la caida del muro de Berlín en 1989.
Para terminar, en un plano personal, la noche del sábado 27 de octubre, yo estaba tan convencido de que esa noche la invasion americana se realizaría, que en compañía de un amigo, me fuí a Key West a ver de cerca los acontecimientos. Salimos a las 11pm y llegamos a Key West después de la 1 am. No había ningún tráfico. Key West estaba desierto y todo apagado, pero después de dar varias vueltas, vimos que el estadio de beisbol, cuyas puertas estaban abiertas, pero no había ni un soldado, estaba lleno de camiones militares. Al regreso a Miami, de vez en cuando se podían observar las puntas de los cohetes americanos listos para ser lanzados contra Cuba entre los manglares de los Cayos. Al llegar al amanecer, pude leer con gran sorpresa en el Miami Herald el titular de que la Crisis había terminado. Pero no con la libertad de Cuba. Al rato, entré al cuarto de mis padres y pude escuchar cuando mi padre Diego le decía a mi madre Estela que todo se había perdido, y que para Cuba no había regreso, así que teniamos que rehacer nuestras vidas en EU. Yo tenía solo 16 años, pero nunca olvidé aquellas tristes y proféticas palabras de mi padre. NO volvimos NUNCA, y ya ellos murieron, de manera que solo sus cenizas quizás regresen algún dia a una Cuba libre. Pero puede ser que también solo las mias puedan regresar. Dios dispondrá.
0 comments
Publicar un comentario