EL AMOR Y EL PERDÓN SELECTIVO DE OSCAR PEÑA

lunes, 27 de agosto de 2012


DE LOS ARCHIVOS DE NUEVO ACCIÓN

(8-14-12-4:55PM)

EL AMOR Y EL PERDÓN SELECTIVO DE OSCAR PEÑA
Por Aldo Rosado-Tuero
Oscar Peña ha sido por muchos años un activo propugnador del “borrón y cuenta nueva” y del perdón incondicional y absoluto para con los asesinos del castrato, sin importarle el horror, la vesanía y el tamaño del crimen. Utiliza para solicitar el perdón irrestricto, el sofisma de que sólo actuando así se logrará la paz en Cuba.
Nunca he estado de acuerdo con los planteamientos “amorosos” de Oscar Peña y a pesar de discrepar de su idílica postura, le respetaba porque le  creía un hombre lleno de amor, creyente hasta la médula, puritano del perdón universal, un cuasi anacoreta, que predicaba y repartía su amor, casi fuera de este mundo, a los de un lado y otro, sin distingos.
Aun cuando firmó un documento llamando al diálogo con Raúl Castro, junto al chivatón Rodríguez Menier, en cuyo prontuario figuran la muerte de dos patriotas del clandestinaje cubano, volví a achacar—ahora comprendo que ingenuamente—ese desliz de firmar al lado de un hombre cuyas manos están manchadas con la sangre de nuestros compatriotas, a su ingenuidad y su inmenso amor por los pecadores todos.
Pero en las últimas dos o tres semanas, Oscar Peña (foto de la izquierda) ha perdido todo mi respeto, al, primero, mostrar su rabia en un cruce de e-mails, con un hombre, al que hay que quitarse el sombrero antes de hablar de él: Osvaldo Hernández, activista del clandestinaje, expedicionario de la Brigada 2506, que ocultó su terrible diabetes, para que no le impidieran poder ir a luchar por su patria con la armas en la mano, y que al regreso de la cárcel, siguió luchando sin tregua por lo que creía. Ante un hombre como Osvaldo “Azuquita” Hernández, que ha sabido respaldar con su vida y sus acciones lo que predica, hay que descubrirse, aun cuando no se esté de acuerdo con lo que plantee. Por parte de Peña no vi ni un ápice del amor y la humildad que predica y exhibe cuando discute con los castristas.
Y luego vino lo que para mí constituyó la prueba más concluyente de la hipocresía de Oscar Peña en su falsa “postura de amor y perdón”: El profuso y masivo envío del rencoroso artículo de Ivette Leyva Martínez sobre el pedido de perdón presidencial para Eduardo Arocena, (titulado, “Arocena: el color del pasado”) en el que la periodista del Herald termina con esta frase, que es lo más opuesto a la doctrina del perdón predicada por Peña: “El líder de Omega 7 no tiene cabida en el Miami de hoy. Él representa el pasado y allí debe de quedar.
Oscar se refocila enviando el artículo, sin ningún comentario, lo que nos hace llegar a la conclusión, de que está en total acuerdo con lo que en él se dice. Y aquí, es donde muestra la falsedad de su “amorosa” postura del “perdón universal”. Oscar Peña nos enseña la oreja peluda de tantos de los amigos de los castristas que llevan dos varas para medir, dos jabas para pesar y una asquerosa y oportunista doble moral. Para esos, como ahora me doy cuenta, para Oscar Peña, los únicos crímenes perdonables son  los de los castristas. Los que hayan cometido los anti castristas, esos, no sólo no serán nunca perdonados, sino que no debían proscribir jamás.
Yo le recomendaría a Oscar Peña, que les hiciera llegar uno de sus e-mails, del "perdón incondicional" para los que han cometido crímenes amparados en la tiranía cubana, a las madres de los tres pobres  negritos asesinados, por tratar de secuestrar la lanchita de Regla. Y así tendría la posibilidad de tener una opinión de lo que piensan los que han sufrido el oprobio, el abuso y el asesinato de sus seres queridos, de la tesis del perdón con borrón y cuenta nueva (selectivo, sólo para los castristas) enarbolado por Peña, frente  a los que predicamos que primero tiene que haber justicia.
Y yo me pregunto, aceptando aún como verdades las afirmaciones de Ivette sobre los “crímenes” de Eduardo Arocena ¿Son los crímenes  de Arocena, peores que los cometidos por los militantes del castrato, que los asesinatos ordenados y cometidos por Fidel y Raúl Castro? Los “crímenes” de Arocena no tienen perdón, pero los asesinatos cometidos en el exilio por órdenes del General Félix Baranda Colombié, Jefe de la Contra Inteligencia Militar y uno de los ejecutores de Raúl Castro, ¿Sí merecen el perdón que predica con tanta vehemencia Oscar Peña? Si Arocena debe de quedar donde está”—en la cárcel¿Por qué Rodríguez Menier ha sido ya perdonado por ‘el buenazo” de Oscar Peña?
¿Por qué ese empeño en seguir hablando de los “crímenes” de Posada Carriles y callar la brutal masacre del Remolcador “13 de Marzo” y la muerte de los primeros humanos fallecidos por un secuestro aéreo, ordenado por Fidel Castro? ¿Por qué si hay perdón incondicional en la agenda de Peña y los que como él tienen dos visiones de la maldad, para los que cometieron asesinatos en contra de los enemigos del castrismo, no lo debe de haber para lo que combatiendo de este lado, pudieran haber cometido barbaridades iguales? 
Como no hay nada más socorrido, que un día tras otro día, al fin le llegó la hora a Oscar de que se le cayó la careta de su falsa postura del “amor cristiano que todo lo perdona”.
A mí, por lo menos, ya no me engaña más. El amor y el perdón, si no son posturas farisaicas, no pueden ser selectivos, Sr. Peña.(Publicado en la EDICIÓN DEL SÁBADO 30 DE AGOSTO, 2008)